El 21 de septiembre, un tren de Kintetsu Railway tuvo que detenerse en la estación de Higashi-Hanazono, Osaka, por el suicidio de una persona en otra estación.
Los pasajeros, irritados por la interrupción del servicio, arremetieron contra el conductor del tren, un hombre de 26 años (como si hubiera sido su culpa).
El hombre, abrumado por los pasajeros, se quitó la gorra y la chaqueta, las arrojó, descendió a la vía férrea, trepó una cerca y desde una altura de siete metros saltó al suelo.
El conductor, que se rompió la espina lumbar, ha sido dado de alta del hospital, pero aún está bajo tratamiento.
El insólito acto del conductor, que puso en riesgo su vida, ha despertado una ola de solidaridad que se ha traducido en una petición de apoyo firmada por más de 57.000 personas, revela Asahi Shimbun.
El artífice de la iniciativa es un electricista de 40 años de la prefectura de Chiba que afirma que el incidente de septiembre es una alarma que indica que la política de “el cliente primero” (el cliente es el rey, el cliente siempre tiene la razón, etc.) ha ido demasiado lejos en Japón y que los consumidores se están convirtiendo en una especie de “monstruos quejicas”, gente que a menudo hace reclamos injustos a los empleados de tiendas y otros servicios.
Los firmantes piden a la compañía ferroviaria que no sancione al conductor y que le proporcione asistencia mental.
Aunque Kintetsu Railway ha declinado explicar las circunstancias del hecho, testigos han difundido a través de las redes sociales que el conductor fue rodeado y acosado por pasajeros furiosos durante unos diez minutos.
El hombre no pudo tolerar el maltrato y huyó del tren.
Lo que sí ha dicho Kintetsu es que la seguridad es lo primero y que, por ello, lo que hizo el conductor fue “inaceptable”. Sin embargo, la compañía dijo que tomará en cuenta la opinión del público y no descartó propocionarle apoyo psicológico al hombre.
Algunos tuiteros han defendido al hombre:
«¿De verdad tenemos que aguantar el acoso porque el ‘cliente es el rey’?”.
«Es responsabilidad de la empresa proteger a sus empleados de los llorones injustos».
Los empleados ferroviarios han sido incluso víctimas de ataques físicos. En el año fiscal 2001, se reportaron 81 agresiones físicas a trabajadores de los 16 principales compañías de tren. Desde el año fiscal 2008, se han registrado más de 200 casos cada año. (International Press)
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