Por Alberto Ponce de León
Andrés Guevara Durán tenía 6 años cuando tuvo que salir de Estados Unidos, donde nació, cuando su familia fue deportada a México, pero ahora, a punto de comenzar la «era Trump», ha decidido regresar para comenzar una nueva vida.
A sus veinte años, Andrés, el único miembro de su familia nacido en Estados Unidos, ha tenido que dejar atrás a sus familiares, tomar la mochila y armarse de valor para comenzar de nuevo en un lugar que ya no conoce, debido al temor de que cuando empiece la Administración de Donald Trump, en enero, sea demasiado tarde.
«Le entran a uno dudas y te preocupas, porque mi familia es mexicana» dijo el joven, quien explicó que le dijeron que con las reformas a las leyes migratorias que pueda tomar el Gobierno de Trump, se vio en la necesidad de regresar mientras fuera posible.
Nadie sabe a ciencia cierta qué medidas podrá adoptar el polémico magnate neoyorquino, pero durante la campaña electoral prometió expulsar a los once millones de indocumentados que viven en el país, construir un muro en la frontera con México y sugirió la posibilidad de retirar la ciudadanía a los hijos de inmigrantes sin papeles.
Andrés Guevara vivió sus primeros seis años de vida en Santa Ana (California), donde estudiaba, pero ahora, tras vivir catorce años en México, su memoria del inglés y de la cultura estadounidense son apenas deslavados esbozos.
Recuerda vívidamente lo ocurrido el pasado 8 de noviembre, el momento de la victoria electoral de Trump, que precipitó la decisión familiar de que regresara apresuradamente a EE.UU.
«Esa noche de las elecciones me dormí a las dos de la mañana», dijo el nacido en Tustin (California), ciudad vecina del condado de Santa Ana, en la zona metropolitana de Los Ángeles.
Durante los pasados 14 años, Andrés residió con su familia en Aguascalientes, ciudad localizada en el centro del territorio mexicano y considerada como una región próspera y segura.
Pero paradójicamente su falta de documentos mexicanos le cobró factura cuando quiso matricularse en la escuela preparatoria y en entrar en las categorías inferiores del equipo de fútbol Necaxa.
«No podía estudiar ni trabajar, y pues prácticamente no estaba haciendo nada, y los años se me están pasando», mencionó Andrés.
los padres de Andrés habían considerado la posibilidad del retorno de su hijo a Estados Unidos, pero carecían de un comprobante oficial de su nacimiento en California.
Durante varios años, los padres de Andrés habían considerado la posibilidad del retorno de su hijo a Estados Unidos, pero carecían de un comprobante oficial de su nacimiento en California.
Su madre incluso intentó en dos ocasiones, ambas fallidas, de entrar clandestinamente a Estados Unidos con el fin de regresar a México con el acta de nacimiento del hijo.
En una de ellas, hace cinco años, según recuerda el joven, su madre llegó a estar detenida en Estados Unidos durante un mes.
Para ingresar al país, en esta ocasión, Andrés optó por la vía legal pese a su carencia de papeles, y el lunes pasado se presentó en el Consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez, cerca de la línea fronteriza mexicana con Texas, y presentó su solicitud.
«Yo traía la identificación de la escuela con una fotografía, mi seguro social y el acta de bautismo, y mi permiso de cuando me sacaron de aquí de Estados Unidos, cuando yo era niño», aseguró.
Luego de una entrevista, los oficiales de inmigración autorizaron su ingreso y al día siguiente Andrés entró a pie a territorio estadounidense por uno de los puentes internacionales de la ciudad texana de El Paso.
Su madre le acompañó hasta la línea divisoria y lloró en el camino cuando recordó lo «tanto que había batallado» por conseguir el acta de nacimiento, que a la postre no necesitó.
«Ahora ya me siento más aliviado y cómodo. Ahora sí, que el que no era mi país era México, y donde me negaron todo fue en México. Y espero que acá no se me niegue nada, y ojalá me vaya muy bien», añadió.
A los ojos de Andrés, Estados Unidos es una nación con mayores oportunidades de educación y laborales y donde la gente vive «más sencillo».
Sus planes son establecerse en San Luis (Misuri), donde quiere estudiar y trabajar, dado que allí viven el marido de su hermana y algunos amigos.
«El miedo y el nervio siempre están allí. Vas a un lugar que no conoces. El idioma que tampoco manejas aún, pero uno sólo viene a querer salir adelante», dijo antes de comprar el boleto de autobús para emprender el viaje. EFE
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