Los Juegos Olímpicos y su disparidad en el reparto de medallas
Por: Jorge Barraza
“A Phelps le costó más de 16 minutos ganar sus medallas. Le costó cuatro años de trabajo intenso, salir de un retiro, entrenamientos inhumanos y soportar una enorme presión. Los demás deportes no tienen por qué parecerse al fútbol, cada uno tiene su formato y su propia identidad”, me protestó un amigo ecuatoriano, indignado porque este cronista se había atrevido a escribir que al fenomenal nadador norteamericano le demandó aproximadamente eso -16 minutos en el agua- conquistar 5 medallas de oro y una de plata en las ya inolvidables Olimpíadas de Río.
Desde luego Phelps es un extraordinario deportista, tanto que es quien más medallas obtuvo en la historia olímpica: 28, 23 de ellas de oro. Lo más probable es que esa marca perdure por los siglos de los siglos. Para entender su mérito empecemos por decir que miles de millones de personas saben nadar, decenas de miles practicaron y practican natación deportivamente y sólo una pudo lograr semejante hazaña: él. De ahí a decir que es uno de los más brillantes deportistas de la historia hay un trecho.
Sobre el entrenamiento de Phelps, resaltar su esfuerzo es ciertamente peyorativo para los otros 11.550 atletas que participaron de Río 2016. Todos hicieron lo mismo. Los miembros del equipo de hockey argentino que lograron la medalla de oro contaron que para llegar a los Juegos entrenaron 6 horas diarias durante 7 meses. Y otros entrenan años. Caso contrario ni clasifican a los Juegos.
Óscar Figueroa, el pesista colombiano que ganó el oro en 62 kilos, dijo que espera ir a Tokio 2020 como directivo, a disfrutar de los Juegos. Quiere descansar. Es comprensible, después participar en cuatro ciclos olímpicos, sólo él debe saber el sacrificio y las decenas de miles de horas que entrenó para llegar a ese bendito oro.
Con todo respeto, digamos también que la natación es un deporte bastante sencillo, consistente en nadar más rápido que el otro. No hay que manejar herramientas como balones, remos, raquetas; no hay roce físico ni contacto alguno con el adversario. Cierta vez, el entrenador de José Meolans, un nadador argentino que supo tener cierta figuración internacional, aunque nunca ganó una medalla, escribió una columna en Olé refiriéndose a su pupilo y la tituló “Pepe es puro talento”. Nos dejó pensando: ¿cómo es el talento en la natación…? ¿De qué manera se expresa…?
El punto no es Phelps, un indiscutible de la historia, tampoco la natación, que es maravillosa como expresión de “Mens sana in corpore sano”. Y mucho menos el fútbol, que a nivel olímpico no refleja su realidad pues no acuden los mejores exponentes debido a una pulseada económica y de poder entre la FIFA y el Comité Olímpico Internacional. En los Juegos es un deporte más. Su mayor importancia radica en que siempre resulta el más taquillero. Y por eso sigue estando, caso contrario es posible que ya lo hubiesen eliminado como disciplina olímpica.
El tema es el reparto de medallas en los juegos. La natación repartió 104 medallas en total, en tanto el vóleibol entregó 6, 3 en masculino y 3 en femenino. Parece injusto, si no disparatado. Como decimos, Phelps estuvo 16 minutos en el agua y el poderoso equipo de vóley de Brasil (tricampeón olímpico) debió jugar 8 partidos de un promedio de tres horas cada uno, es decir alrededor de un día entero luchando y ganando para conseguir un oro. Muy similar a lo del básquet, que es tan espectacular, o a cualquier otro deporte colectivo.
“Cada deporte es distinto a otro, no se pueden jugar sets ni tiempos extras en natación. La natación ha sido siempre así”, agrega mi amigo. De acuerdo, pero un solo deporte desequilibra todo el medallero. Lo inclina. Y nunca un deporte individual puede estar por sobre uno grupal. Este es más difícil desde el momento en que hay que preparar a todo un equipo, ensamblarlo, lograr que se entiendan, compatibilizar lo técnico, lo físico, el carácter.
Si convenimos que en fútbol una de las virtudes más preciadas que puede tener un técnico es su manejo del vestuario, generar armonía en el grupo, ser una suerte de psicólogo, debemos acordar que es más complicado conducir a un equipo que a un atleta solo. Pero, además, el espíritu colectivo es uno de los valores más ponderables del deporte y de la vida. Significa compartir, tolerar, ayudar.
El único que se quedó en el tiempo es el fútbol, con su conservadurismo extremo en las reglas y la persistente negativa a introducir el video de referencia.
Usain Bolt, el corredor más veloz de la historia, ganó 3 medallas de oro. Parece lógica recompensa a su hazaña en velocidad. Ahora, si hacemos carreras de 50 metros, 100 metros, 150, 200, 250… Entonces es posible que a Usain no le alcanzara la maleta para meter los oros. Pero estaría haciendo más o menos lo mismo con ligeras variantes. En cambio si Bolt ganara en las pruebas de velocidad, salto en largo, lanzamiento de jabalina, maratón, salto con garrocha… pues tendría bien ganadas todas sus medallas, ya que son todas modalidades diferentes.
Tal vez la natación estaría bien con 8 o 10 medallas en total. Es un deporte tan meritorio como todos los demás. Y se pueden agregar otras disciplinas muy atractivas como patinaje, polo, padel, bowling, squash, pelota vasca (que es sensacional y milenaria, Goya la retrató en 1779). Deportes que han quedado marginados de la competencia olímpica. Decir que “la natación ya es así y no se puede cambiar” suena a fatalismo, a sentencia bíblica. Todo puede cambiar. Los deportes cambian. El básquet cambió. Puso la regla de los 30 segundos en la posesión y el tiro de tres y no murió nadie. Al contrario, le dio dinamismo y espectacularidad al juego. Antes agarraban la bola esos pivotes pesados, grandotes, y nadie se la podía sacar, ahora deben largarla. En el básquet se podría agregar un oro al que hace la mayor cantidad de triples. Sería justicia, es una especialidad muy destacada.
El único que se quedó en el tiempo es el fútbol, con su conservadurismo extremo en las reglas y la persistente negativa a introducir el video de referencia. Negativa que favorece a los poderosos. Todos los deportes ahora utilizan el video para dirimir situaciones polémicas y eso funciona extraordinariamente. Es más justo y nadie discute. Muchos argumentaron (pobremente) que la tecnología desvirtuaría la esencia del fútbol y originaría grandes demoras. En estos Juegos de Río pudimos comprobar en el tenis, en el vóley, en hockey y tantos más que no desnaturaliza nada y que constatar si un tanto es válido o no demora apenas unos segundos.
Siempre se puede cambiar para mejorar. El reparto de medallas también. No nos podemos quedar con que «la natación ya es así». Todo es así y un día se cambia. Antes había deportes olímpicos que ya no están y ahora hay otros que antes no estaban. Sólo esperemos que a nadie se le ocurra inventar la natación nocturna y con ello duplicar todas las pruebas.
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