Uno de ellos cree que los acusaron solo por ser chinos
En enero de 2014, en la ciudad de Hachioji, Tokio, dos hombres fueron asaltados por unos delincuentes que hablaban un idioma que no era japonés
En marzo, la policía detuvo a dos ciudadanos chinos como sospechosos. Los hombres alegaron inocencia, pero la Fiscalía de Tokio los imputó y permanecieron detenidos más de tres meses.
La policía actuó con negligencia, pues las imágenes de un taxi que utilizaron los culpables para huir tras el asalto, obtenidas por los abogados de los ciudadanos chinos, mostraron que los atacantes no eran ellos y que, además, eran tres.
Ante la evidencia, el jueves la Fiscalía retiró las acusaciones, algo infrecuente, pues rara vez admite un error, según Asahi Shimbun.
La Fiscalía se disculpó con los dos extranjeros. Asimismo, anunció que buscarán a los verdaderos culpables e investigarán los procedimientos que condujeron a la falsa acusación.
Los dos chinos injustamente detenidos dijeron que el hecho afectó profundamente sus vidas personales y sus trabajos.
Uno de ellos, propietario de una empresa de bienes raíces, expresó su indignación por haber sido acusado falsamente.
El hombre de 47 años dijo que no puede entusiasmarse mucho con la decisión porque jamás podrá recuperar el tiempo perdido.
El empresario reveló que durante el interrogatorio defendió varias veces su inocencia, pero los fiscales no le creían. Llegó a pensar que lo acusaban solo por ser chino.
Una semana después de su detención, se enteró de que su novia tenía cáncer de mama. El hombre lamenta no haber podido estar con ella en esa época tan dura.
Además, la salud del empresario se deterioró, perdió 16 kilos y actualmente está siguiendo un tratamiento psiquiátrico.
El hombre dijo que cuando se acuesta en las noches, en medio de la oscuridad, tiene la sensación de estar nuevamente en el centro de detención. “Eso me asusta”.
El otro hombre, director de una empresa mercantil, contó que las ventas de su compañía se desplomaron casi un 50 % por su detención y que está luchando para recuperarse.
El residente chino dijo que antes de que lo detuvieran su hijo de tres años le decía “quiero ser policía”. Ahora, basta que vea un uniforme de policía para que se eche a llorar.
El hombre de 39 años contó que toda su familia sufrió las consecuencias del hecho.
«Para los ciudadanos comunes, las detenciones y acusaciones afectan sus vidas enteras», declaró. Por ello, pidió a las autoridades que enfrenten los casos de “una manera honesta”. Ojalá lo escuchen. (International Press)
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