Al Real Madrid, tan afortunado en el amor y en los sorteos, le correspondió el Manchester City. Y con el segundo partido en casa. Siempre todo tan conveniente… la mesa impecablemente servida. En la otra llave, que se rompan los cuernos el Bayern Munich y el Atlético Madrid, dos toros de la mejor ganadería. Que se desangren.
Dos campeones y dos que buscan serlo. De antemano, los cuatro son fuertísimos aspirantes, aunque las previsiones dicen que el City está un escalón por debajo de los otros tres. De hecho, las casas de apuestas de Europa lo dan bastante abajo en las preferencias. Bayern es el gran candidato: paga entre 2,20 y 2,40 euros por cada uno apostado. El Madrid da de 3,50 a 4; Atlético 4,30 y 4,50, en tanto un tentador dividendo de 7,5 promete el equipo del ingeniero Pellegrini (¡qué premio a su excelente trayectoria sería embocar esta Champions…!). Nadie pagaría el doble si las posibilidades fueran parejas. Luego puede haber sorpresas, claro, esto es fútbol. De hecho, hasta el 20 de marzo, el Barcelona era el fútbol hecho aplanadora. A partir de allí perdió 8 puntos sobre 9 en la Liga y fue eliminado en Champions, en la cual era súper favorito. Y el Madrid, donde la gente bramaba el ya clásico “Florentino dimisión”, es hoy un canto de ilusión y de euforia. Todo en tres semanas.
Nuevamente dos españoles en semifinales. Las constantes descalificaciones a la Liga Española (que es “una farsa”), chocan contra un muro hecho de realidad y cemento: los clubes hispanos superaron 45 de sus últimas 48 eliminatorias directas (94%) contra rivales extranjeros. También Sevilla y Villarreal llegaron a semis de la Europa League. Por primera vez en la historia podría darse un suceso extraordinario: que los dos finalistas de la Champions (Madrid-Atlético) y los dos de la Europa League (Sevilla y Villarreal) sean de un mismo país. No hay duda posible: son los mejores. Y tienen a la mayoría de los grandes cracks internacionales jugando en sus equipos.
Nunca gustamos del gol de visitante doble. Es cierto que incentiva el fútbol ofensivo en el forastero, pero suele desnaturalizar los partidos. Y provocar colosales injusticias. Un equipo gana 2-1 en casa, pierde 1-0 fuera y queda eliminado cuando ha hecho los mismos méritos que su rival. A veces más. Sobre todo, un gol tempranero cambia los planes radicalmente. Sin embargo, estas son las reglas y son parejas para todos. Debemos admitir, eso sí, que agregan dramatismo al juego.
El Madrid es favorito frente al City. Desde la asunción de Zidane se han aquietado las aguas en el Bernabéu. Y Cristiano Ronaldo ha alcanzado su versión estelar. Está con gatillo fácil. Los rivales aún no han descubierto que hay que encimarlo siempre por su notable capacidad de desmarque, lo que le permite sorprender siempre a las defensas. Los técnicos se cortan las venas antes de admitir que harán una marca al hombre. Pero el que defiende debe tomar precauciones. Hay que estar bien encima y muy atento para anticiparlo, exactamente lo que no hicieron los zagueros del Wolfsburgo, que dormitaban plácidamente. Este Madrid de Zidane parece más balanceado en el medio desde que pone tres volantes de corte más defensivo (Kroos, casi nulo en la contención; Modric y Casemiro), pero hay otro factor que le da más consistencia a la zona: el adelantamiento de Marcelo y, sobre todo, de Carvajal, fantástico lateral, con marca, proyección y presencia anímica. La semifinal lo encuentra en un momento propicio al Madrid.
El mérito de haber tumbado al Barcelona le pertenece más que al Atlético. Aquella tarde en que le cortó el invicto en el Camp Nou le dio un terrible gancho en la mandíbula. Le contaron hasta ocho al Barsa. Luego el equipo de Simeone le asestó el golpe de gracia. Pero ya estaba sentido.
Atlético de Madrid es para el rival un pinche en el zapato. Lucha, defiende, trabaja los partidos, sabe manejar el roce, la protesta…
Manchester City puede aprovechar las lagunas que suele tener el conjunto blanco, como las usufructuó el Wolfsburgo en Alemania. Se apoya en su buen fútbol, que genera desde la mediacancha. Habrá que ver su envergadura anímica. Estos son partidos de máxima tensión y concentración, en los que el Madrid es especialista y el City no. Es más blando en ese sentido. Va con un solo punta (Agüero) y tres armadores magníficos detrás (De Bruyne-Yaya Touré-David Silva) y con dos pistones en el círculo central (los brasileños Fernando y Fernandinho). Podemos esperar una gran prestación de Fernandinho, en buenísima forma. El City va por la hazaña, ese es su mejor aliciente.
El otro es un duelo terrible para ambos. No aventuramos siquiera un 51% para ninguno de los dos. Atlético de Madrid es para el rival un pinche en el zapato. Lucha, defiende, trabaja los partidos, sabe manejar el roce, la protesta, también administrar la pelota en el medio (algo que nadie le valora). Tiene apenas 16 goles en contra en 32 partidos de Liga. Y mantuvo su arco en cero en 20 de ellos. Tampoco le anotaron en 7 de los 10 juegos de Champions. Impresionante. Esto califica su capacidad defensiva. Y arriba mata de contra. Griezmann es otro de sus grandes aciertos ofensivos (antes fueron Diego Costa, Falcao, Forlan, Agüero, Torres, Hasselbaink). Está anímicamente en la estratósfera.
Y el Bayern tiene todo: figuras, un súper entrenador, futbol a borbotones, gol, posesión y también combatividad. Y por tratarse de un conjunto alemán (y del más grande), carece de complejos. El simple enunciado de Robben, Ribery (de vuelta en alto nivel), Thomas Müller, Arturo Vidal, Lewandowski, Douglas Costa, Lahm, Alaba, Neuer (¡Gotze en el banco…!) genera pánico. Le han marcado 4 goles la Juventus y 2 el Benfica, de modo que podría señalarse a su defensa, quizás, como un taloncillo de Aquiles. Y ni eso. Por suma de conceptos, es el mejor de los cuatro. Pero que no se lo crea, el Atlético lo hará bajar al barro. Y ahí puede acontecer lo más inopinado. De alzar el trofeo, Pep Guardiola se iría de Alemania bañado de gloria y alcanzaría ribetes jamás vistos en un entrenador. Podría darse el increíble caso de que debiera enfrentar en la final al Manchester City, el equipo con el que ya tiene contrato firmado y en el que asumirá el 1° de julio.
Es un extraordinario final de competencia. Lo palpitamos con los equipos alineados al borde del campo y el himno atronando: ¡The Champiooooooonnnnnsss…!
(*) Columnista de International Press desde 2002. Ex jefe de redacción de la revista El Gráfico.
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