Por su genio, por su rebeldía, su clase, su personalidad arrolladora y su mente privilegiada. Tres cosas nos quedaron grabadas para siempre de él: una, que era huérfano de padre desde muy pequeño y su madre se unió a otro hombre, que era el canchero del Ajax. El padrastro cortaba el césped, la madre limpiaba las oficinas del club y él, con 8 años, pintaba butacas y hacía de todo un poco. Respiró fútbol apenas empezó a ver la vida. Esa cancha era suya. A los 17 debutó en Primera y comenzó a dar festivales allí.
La otra es que elevó a un fútbol ignoto como el holandés al grado de sensación mundial. Era algo distinto, nuevo, deslumbrante y revolucionario. Todos corrían, tocaban y rotaban como si fueran las agujas de muchos relojes moviéndose al unísono de izquierda a derecha y al revés. Era algo continuo e incesante. Enloquecían a sus rivales. Y atacaban a fondo como una escuadrilla de aviones que enfila en picada hacia su objetivo. El estrepitoso director, el severo dictador del juego era Cruyff. Había que dársela y desmarcarse, ya dispondría.
La tercera es su fabulosa autoestima, que legó al FC Barcelona, a Cataluña. “Provengo de un país donde la gente aprende otro idioma en tres meses”, dijo cierta vez a manera de presentación, como quien acusa los puntos en el descarte. El Barsa vivía acomplejado por el Madrid, con éxitos esporádicos y soportando siempre las grandezas y burlas de su rival. Cruyff llegó y en su primera liga fue campeón. Ganándole, además, 5 a 0 al Real Madrid en el Bernabéu.
El Ajax vendió su pase al Madrid y él no quiso ir allí. Quería ir al Barsa. Entró en conflicto con su club, que no tuvo más remedio que aceptar su decisión. Lo habían transferido el 17 de abril de abril, pero no pudo jugar hasta el 28 de octubre. Cuando debutó, estaban penúltimos. Comenzaron a ganar y no pararon hasta el título. Les demostró que podían también ellos. Y les dejó el fútbol que hoy gozan actualmente, que es orgullo catalán y disfrute mundial. El estilo de Guardiola, de Xavi, de Iniesta y de Messi es, ante todo, el fútbol de Cruyff.
¿Qué por qué no fue campeón del mundo…? Pues… hay cosas del fútbol que son inexplicables. Por eso. ¡Hay tantos plebeyos futbolísticos que fueron campeones del mundo y Cruyff no…! Pero entre Cruyff y ellos la distancia es como de Venus a la Tierra… Si, como coinciden tantos eruditos, el podio de la historia es Di Stefano-Pelé-Maradona-Messi, Cruyff es el quinto Beatle. Los iguala por su triple condición de futbolista, entrenador y oráculo.
Cruyff fue, simplemente, el fútbol.
Por la tarde y la noche se disputó una fecha de la Eliminatoria, que semejó un auténtico homenaje al símbolo del Fútbol Total: 4 partidos, 16 goles, 2 empates, 2 triunfos visitantes. Esto es: especulación cero. Conste que Ecuador empató a los 91’ 27” y Perú a los 93’ 11”. Por segundos apenas no fueron cuatro triunfos foráneos.
Y el viernes Brasil y Uruguay compusieron un clásico épico con un 2 a 2 final. Otros cuatro goles para mantener el promedio. Tenemos una Eliminatoria fantástica. No son guerras, como antaño, se agreden deportivamente, a través del juego, cambiando ataque por ataque. Ver a Venezuela por largos momentos pasando por encima de Perú en Lima no deja de asombrar, aunque ya llegó a la adultez plena la Vinotinto.
Recordamos, sobre todo después del sensacional Brasil 2 – Uruguay 2, cuando las Eliminatorias eran combates en los que se pegaba duro, los árbitros jugaban al distraído, los visitantes vivían las de Caín, el fútbol era ultradefensivo y cantidades de partidos terminaban 0 a 0, 1 a 0. También nos viene a la memoria cuando se decidió reemplazar aquellos Premundiales que se jugaban en tres grupos de tres (o dos de tres y uno de cuatro) y duraban un mes.
El sistema de todos contra todos dio pie a este auténtico campeonato sudamericano de 18 fechas, más justo y atractivo. Que nos da la posibilidad de ver seguido en Sudamérica a nuestros jugadores que actúan en Europa (la mayoría). Caso contrario no los veríamos nunca en estas canchas. El periodismo de todo el continente criticó entonces ácidamente el nuevo sistema que, ya vemos, es extraordinario. Eso sí, nunca se retractó.
* ECUADOR MANTUVO EL INVICTO Y LA PUNTA. Por primera vez en esta carrera estuvo en desventaja en un partido y supo reponerse a la adversidad. Una vez más afloró su moral. No fue el mismo equipo de las jornadas anteriores, le faltó chispa. Con todo, generó situaciones como para ganar cómodamente frente a un Paraguay que jugó a la paraguaya: a resistir, atrincherado atrás. Sintió Ecuador las ausencias de Paredes, Pedro Quiñónez, Felipe Caicedo y, sobre todo, Miler Bolaños. Erazo y Achilier deben hablar entre sí. Son titulares nítidos, pero deben defender mejor. Se hicieron un nudo en los goles de Paraguay, que aprovechó integralmente sus escasos avances. En su descargo: el equipo jugó muy adelantado y dejó mucho campo traviesa. Es corregible. Otra notable producción de Noboa, mezcla de liderazgo y clase.
* MAL EN EL JUEGO, BIEN EN EL AMOR. Argentina regresó de Chile feliz por los tres puntos, pero tras una actuación inquietante. Con 6 titulares menos, la Roja dominó y mereció otra suerte. La selección de Martino terminó peloteada, defendiendo angustiosamente. La buena: los 3 puntos y el retorno de un Messi brillante, pletórico de ganas. Pero el resto no lo acompaña.
* VICTORIA BALSÁMICA DE COLOMBIA. La localía boliviana eleva al rango de importante, acaso de fundamental. “Se habló tanto de este asunto de los 3.600 metros que nos cambiaron el nombre de la ciudad -dice Guido Loayza, presidente del Bolívar-. Antes vivíamos en La Paz, ahora vivimos en la Altura de La Paz”. A Colombia, con varias caras nuevas, le volvió el alma al cuerpo. Lo que puede un resultado: si caía en Bolivia, Colombia entraba en crisis. Ahora Ecuador enfrentará a un equipo animado en Barranquilla.
* APARECIÓ LA BRECHA. Observando la tabla, se advierte que ya, en apenas 5 fechas, apareció esa franja de mar que divide a los siete de arriba que pelean habitualmente la clasificación, de la isla que habitan Perú, Bolivia y Venezuela. Se repite desde hace cinco Eliminatorias.
* LA GARRA SILENCIÓ A BRASIL. Dos a cero a los 25 minutos, Brasil celebraba con tamboriles… Hasta que irrumpió la indesmentible garra charrúa. Y Suárez, una de las mentes más fuertes que el fútbol haya visto nunca. En Brasil dicen que tambalea Dunga. Se habla de Tite…
Faltó espacio; la culpa es de Cruyff…
(*) Columnista de International Press desde 2002. Ex jefe de redacción de la revista El Gráfico.
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