La rebelión de los clubes contra la FIFA y sus asociaciones.
Por Jorge Barraza*
Los clubes son la base de la gigantesca pirámide del fútbol. Tienen la responsabilidad de protagonizar los torneos, generar toda la infraestructura de este deporte, edificar o alquilar estadios, construir centros de entrenamiento, formar a los futbolistas, armar equipos -para lo cual es menester contratar técnicos, preparadores físicos, médicos, auxiliares-, asumir los traslados, la hotelería, la boletería, la organización de los partidos, prestar sus jugadores a la selección. Y poner los hinchas, que luego también alientan al equipo nacional.
Los clubes nacieron antes que las asociaciones. Ellos decidieron crearlas cuando su número fue suficiente como para fundar un nucleamiento. Sin los futbolistas es imposible jugar, pero sin los clubes ni siquiera existiría el fútbol. Ni la FIFA. El club genera un sentido de pertenencia, una identidad, es una tradición que envuelve a miles de familias en torno a un escudo, a unos valores. Las asociaciones nacionales soslayan con cierta arrogancia la importancia de los clubes; se sitúan varios escalones por encima.
La FIFA, las confederaciones y las asociaciones nacionales existen porque existen los clubes, sino desaparecerían. Parecen no entenderlo. Los clubes generan todo el colosal movimiento de dinero del fútbol, del que se sirven la FIFA, las Confederaciones y las asociaciones, no obstante darles la espalda. Si lo pensamos bien, es un disparate que un individuo que no pertenezca a un club sea presidente de la FIFA o de una Confederación. Blatter, por ejemplo. Si los clubes son quienes hacen el fútbol, ¿cómo alguien de fuera llega para mandar sobre ellos y luego les niega un trozo de decisión o les escamotea el dinero…?
Afortunadamente, hay un movimiento cada vez más fuerte de los clubes europeos, que tarde o temprano encontrará un correlato en las demás regiones. Pero ese reconocimiento a regañadientes tuvo que nacer de una rebelión. En septiembre de 2000, catorce de los clubes más poderosos del Viejo Continente se unieron para hacer una serie de reclamos bajo amenaza de conformar una liga aparte. “Nosotros le pagamos el sueldo a los jugadores por 12 meses, otros se llevan a nuestros empleados y los usan para ganar dinero, pero no recibimos nada a cambio”, protestó Umberto Gandini, director deportivo del Milan.
FIFA entró en pánico. Porque sabe que la gente es hincha del Real Madrid, del Manchester United, de la Juventus, no de la FIFA. Se sentó a negociar con ellos, atendió sus peticiones (la primordial era que le dieran un pedazo del pastel de los Mundiales, ya que los clubes aportan los actores pero los fabulosos derechos de TV se los queda la “madre del fútbol”). Les dio una jugosa indemnización con la condición de que el G 14 se disolviera. Los clubes ignoraron la exigencia y quedó formalizado el llamado G 14, grupo de las catorce instituciones fundadoras: las nombradas más Bayern Munich, Barcelona, Liverpool, Porto, etc. Pronto pasó a ser el G 40 y en 2008 se institucionalizaron: fundaron la ECA, Asociación Europea de Clubes, que se robusteció de manera fenomenal y hoy tiene 220 miembros directos, aunque de sus conquistas se benefician 456 en total, desde el Real Madrid, primero en el ránking, hasta el Tre Fiori de San Marino, último del escalafón.
Karl-Heinz Rummenigge, presidente del Bayern Munich, es también titular de la ECA. Y acaba de ser electo el martes último por dos años más. Rummenigge y la ECA lograron un triunfo histórico el 2 de abril pasado: el Congreso de la UEFA admitió a dos miembros de los clubes dentro de su comité ejecutivo. Además, UEFA creó la Comisión de Clubes y la designó la más importante de la entidad, con relación directa con su comité ejecutivo y colocó directivos de ECA en todas las comisiones de la Unión Europea.
El ejemplo de la ECA seguramente llegará algún día a los demás continentes. Ojalá un barco lo traiga a Sudamérica. Los clubes no pintan en estas latitudes.
Sin duda, es un desembarco de los clubes en la UEFA. Ahora tomarán decisiones, discutirán los contratos, los torneos, el mercadeo, los aspectos financieros, reglamentos, todo. Rummenigge y Andrea Agnelli, presidente de Juventus, serán los miembros en el ejecutivo de la UEFA, dos duros. A su vez, el alemán ya está en la Comisión de Clubes de la FIFA. Como participación inicial es muy fuerte. Y este es apenas el comienzo, los clubes terminarán gobernando la UEFA. Como debe ser: son los que hacen el fútbol. No pueden mirar detrás de un vidrio cómo deciden su destino unos señores que no los representan. Los clubes han logrado que la UEFA aumentara de nuevo los premios por las copas y así llegaron a la notable cifra de 2.240 millones de euros por las dos competiciones: Champions y Europa League. Y le arrancaron 150 millones adicionales por prestar sus jugadores para la Eurocopa Francia 2016.
El ejemplo de la ECA seguramente llegará algún día a los demás continentes. Ojalá un barco lo traiga a Sudamérica. Los clubes no pintan en estas latitudes. Un minúsculo grupo de señores (los que no están presos) se cierra en la Conmebol y negocia derechos y patrocinios sin informarles nada a quienes deben animar los torneos. Les dan unas monedas y les imponen una serie de obligaciones opresivas. Y que se paguen todo. Los clubes son aquí mansos jornaleros que no se quejan. El único en levantar la voz ha sido Corinthians: no jugará la Libertadores si no aumentan la retribución, anunció. Deberá cuidarse, porque para tal desacato está previsto un castigo terrible. Podría quedar marginado de toda competencia internacional por varios años.
Sin embargo, este es el momento de nuestros clubes. En Ecuador, 12 instituciones acaban de fundar la Liga Profesional para optimizar los ingresos de televisión y marketing. En Argentina, Marcelo Tinelli busca la presidencia de la AFA con la promesa de revisar todos los contratos y mejorar la economía de los equipos. En Brasil, 13 clubes anunciaron el viernes la creación de una liga paralela, por fuera de la CBF. Se llamará Sur-Minas-Rio y la jugarán en su inicio Flamengo, Fluminense, Cruzeiro, Atlético Mineiro, Gremio, Inter, Atlético Paranaense, Coritiba, Joinville, Avaí, Figueirense, Chapecoense y el Criciúma, este último de Segunda División. Pertenecen a Rio Grande Do Sul, Minas Gerais y Rio de Janeiro. Seguro se sumarán muchos más. El objetivo, dijeron, es “tener mayor relevancia y autoridad en la discusión de los rumbos del fútbol brasileño».
Hay algunos vientos de cambio y se está perdiendo el miedo. Esta es la gran ocasión de crear la ECA sudamericana, aumentar y transparentar las finanzas. El desprestigio de la Conmebol les dejó la pelota picando sobre la raya…
(*) Columnista de International Press desde 2002. Ex jefe de redacción de la revista El Gráfico.
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