Son cada vez más necesarios y populares ante el declive de la población
Shinji Asano podría estar disfrutando de una plácida jubilación, pero a sus 83 años se mantiene activo contribuyendo a su país, un Japón en el que hay mucha gente soltera y cuya población decrece año a año.
Asano es un casamentero que comenzó a ejercer en febrero del año pasado en su casa. No en vano reside cerca de un templo budista que –se dice– ayuda a los devotos con sus relaciones maritales.
El anciano, que no cobra por sus servicios, organiza reuniones para que solteros encuentren a potenciales cónyuges.
Asano ha emparejado a más de 70 personas, principalmente de treinta y cuarenta y tantos años, y conseguido que una pareja se case.
Los casamenteros –explica Yomiuri Shimbun– son cada vez más populares en tiempos en que los japoneses, si se casan, lo hacen a cada vez mayor edad.
De acuerdo con el diario japonés, estas personas, tradicionalmente llamadas nakodo, son percibidas a veces como salvadoras por los solteros que buscan pareja y como grandes aliados por los gobiernos locales, preocupados por el declive de la población.
Asano atiende a personas que, entre otras cosas, le dicen:
«Me gustaría poder encontrar a alguien que me aceptara, aunque yo no hablo mucho».
«Mi hijo está todavía soltero…».
El anciano escucha. Es parte de su trabajo. Y a veces, si la situación lo requiere, regaña. Una vez una mujer le dio los requisitos que debería cumplir un posible esposo. «El hombre que está buscando no existe en la vida real”, le dijo.
A un hombre aficionado al juego y a la bebida le dijo que si no abandonaba sus vicios tendría que renunciar a la idea de casarse.
El casamentero se ha convertido en el último recurso de personas que tras haber fracasado en sus intentos de encontrar pareja se habían dado casi por vencidas.
Una de esas personas es una mujer de 39 años que llegó a Asano por recomendación de una amiga y que ha recuperado la confianza de encontrar a su media naranja tras varios intentos fallidos.
Ella le tiene tanta fe que le dice a Yomiuri: “El destino me ha llevado donde el Sr. Asano”. Este le ha encontrado un posible esposo. El tiempo dirá si el emparejamiento funcionó.
En la localidad de Nanto, prefectura de Toyama, existe desde hace cuatro años un grupo de voluntarios que empareja a solteros y que ha contribuido a la realización de 49 matrimonios. Este equipo de nakodo está integrado por alrededor de 110 personas.
Las autoridades pueden propiciar que la gente se conozca, pero naturalmente no pueden obligarla a casarse. Ahí intervienen los casamenteros como Asano. Por eso son tan importantes.
La ciudad de Higashi-Kagawa, prefectura de Kagawa, es una de las tantas comunidades en Japón que observan con inquietud el declive de su población. “Tener más gente casada y aumentar la tasa de natalidad es una de las tareas más urgentes de la ciudad”, le dice un funcionario a Yomiuri. El año pasado, el gobierno local nombró a seis personas para que desempeñen una función similar a la de los casamenteros.
Ahora, si bien Asano no cobra, eso no significa que otros no lo hagan.
Una empresa en Osaka cuenta con 1.260 casamenteros, tres veces más que hace cinco años. Muchos de ellos son amas de casa y jubilados. El número de sus clientes ha subido de 4.000 a 10.000 en un lustro. Un signo de los tiempos que corren. (International Press)