El funeral de la empresaria peruana se realizará este jueves en Okinawa.
La muerte de la empresaria Elena Nakayama, dueña del restaurante Nazca de Tokio, ha conmovido a la comunidad peruana en Japón tanto en las redes sociales como entre comerciantes que la conocieron y sus propios empleados, aún conmovidos por el esfuerzo que realizó por el negocio hasta poco tiempo antes de fallecer.
Elena era una mujer de bajo perfil, que rehuía las entrevistas, que no gustaba mucho de las fotos, pero que a cambio prefería la relación directa con las personas y hacer amistades a quienes llenaba de atenciones en su local.
“Yo iba al Nazca antes de abrir Bepocah y contaba mis proyectos a la señora Elena. La recordaré como una persona sin recelos, que quería lo mejor para todos y que se preocupaba por hacer bien las cosas”, declaró a International Press, Bruno Nakandakari, propietario del prestigioso restaurante de cocina peruana Bepocah de Tokio.
“Tener un restaurante es muy estresante. Lo sé. Debe haber sido muy duro para la señora Elena haber tenido la preocupación de administrarlo y luchar por su vida al mismo tiempo”, comentó Nakandakari.
José Suhara, el campeón de marinera norteña de Japón, conoció muy de cerca a Elena Nakayama porque en 2013 fue gerente del Nazca.
“Era una mujer que luchó por conseguir sus sueños y lo demostró abriendo su propio restaurante, el cual manejó con mucha dedicación”, dijo Suhara. “Su fallecimiento es triste”, agregó.
El Nazca fue abierto el 1 de junio de 2012 y en ese momento de máxima ilusión en la vida de doña Elena, Giuliano Castagnetto, presidente de la importadora de productor peruanos G&C Corporation, tuvo mucho contacto con ella.
“Hablábamos mucho. Era un momento de mucha ilusión para Elena”, manifestó Castagnetto.
“Era una visionaria y gran emprendedora en el rubro gastronómico. Debemos valorar el esfuerzo que hizo por divulgar nuestra culinaria peruana a través del restaurante Nazca. Lamentamos mucho su pérdida. Mis condolencias a su familia y amigos”, dijo.
El restaurante, finamente decorado con algunas de las famosas Líneas de Nazca talladas sobre el piso y ubicado a escasos metros de la estación de Nogizaka de Chiyoda Line, se convirtió en lugar de visita para diplomáticos peruanos y sudamericanos, músicos y artistas, personalidades japonesas y para personajes de colectividad peruana, incluso de lugares distantes como Nagoya.
“Recuerdo que cuando recién abrió llegué allí de casualidad en uno de mis viajes de negocios a Tokio”, contó el peruano Carlos Hamada, director de Nagoya Social Club y organizador del Festival Latinoamericano que cada año se realiza en la capital de Aichi.
“Era una persona amable y educada que sin conocerme entabló conmigo una amistad. Desde ese entonces, cada vez que voy a Tokio paso por allí”, manifestó Hamada.
La manera de ser de Elena Nakayama ha dejado huella entre su público y amigos, pero también entre sus empleados. El esfuerzo que realizó en las últimas semanas de vida, a pesar de su debilidad, ha conmovido a su gente.
“Nos ha inculcado el deber del servicio y la atención, que un restaurante no es sólo comida, que debemos darle al cliente más que eso. Su dedicación al restaurante no conocía límites”, ha destacado Daniel Oshiro, quien junto a Ayako Kagami, dirigen ahora el Nazca.
“Hace solo dos semanas la señora Elena nos seguía dirigiendo. Nos llamaba desde Okinawa aún estando mal y con la voz débil. ‘Hola Dani, soy yo’, me decía porque yo no la reconocía. Quería saber del restaurante y recordándonos que debíamos atender bien”, narró Oshiro. “Era muy exigente en las cosas, pero sabía por dónde y cómo pedírtelas”, añadió.
El funeral de Elena Nakayama se realizará este jueves 18 de junio en Okinawa donde falleció ayer martes a los 53 años alrededor de las 15 horas en un hospital del barrio de Nishihara donde era sometida a un delicado tratamiento. (International Press)