Gobierno japonés sigue apostando por las centrales nucleares pese al rechazo de la población
Antonio Hermosín / EFE
El Gobierno japonés se ha propuesto que las centrales nucleares aporten más de una quinta parte de su producción energética para 2030, lo que supone una ligera reducción respecto al nivel previo a la catástrofe de Fukushima de 2011.
El Ejecutivo nipón ha decidido mantener su apuesta por la energía nuclear pese al amplio rechazo popular que ésta genera, y lo hace sobre todo por motivos estratégicos y económicos.
La producción de las plantas atómicas del país ha sido prácticamente nula desde el «apagón nuclear» originado por el terremoto y el tsunami de marzo de 2011, pero Tokio pretende que este tipo de energía vuelva a aportar entre el 20 y el 22 por ciento de la producción total.
Antes del accidente de la planta de Fukushima, considerado el peor desde el de Chernóbil (Ucrania) en 1986, las plantas atómicas generaban el 29 por ciento de la electricidad que consume Japón.
Así figura en una hoja de ruta adoptada esta semana por el Ejecutivo nipón, que define su «mix energético» y sus objetivos de reducción de gases contaminantes con el horizonte en 2030.
«El objetivo es que Japón reduzca todo lo posible su dependencia de la energía nuclear. Pero hay muchos factores a tener en cuenta», dijo en rueda de prensa Masazaku Toyoda, presidente del Instituto de Economía Energética de Japón (IEEJ), un organismo con representantes de la industria energética que asesora al Ejecutivo.
Entre estos factores están los ratios de autosuficiencia energética -el nivel de recursos energéticos propios- o las conexiones de la red eléctrica nacional con las de otros estados, dos aspectos en los que Japón puntúa muy por debajo de otras potencias como Europa, China o Estados Unidos.
Esto convierte a Japón en «uno de los países más frágiles en cuanto a seguridad energética», es decir, su capacidad de garantizar un suministro eléctrico a particulares y empresas «a un precio razonable», señaló el experto.
El coste de la producción eléctrica es otro de los problemas principales para Japón, que debe importar grandes cantidades de hidrocarburos para sus centrales térmicas y compensar así el parón de las nucleares, lo que ha contribuido a hundir su saldo comercial.
La energía nuclear es con diferencia la más barata de producir en Japón, con un coste de 10,1 yenes por kilovatio/hora (7 céntimos de euro/8 céntimos de dólar), frente a los 13,4 yenes de la generada con gas natural, los 15,5 yenes de la solar o los 13,9 yenes de la eólica, señala el citado documento.
La hoja de ruta también contempla un aumento significativo de las renovables, que aportarían entre el 22 y el 24 por ciento de la producción energética, prácticamente el doble del nivel actual.
Aún así, en 2030 más de la mitad de la energía del país seguirá dependiendo de los combustibles fósiles.
Para que funcione este «mix energético», Japón deberá reactivar 40 de los 43 reactores nucleares en condiciones operativas de los que dispone, y que se encuentran actualmente apagados a la espera de superar los nuevos y más estrictos requisitos de seguridad, afirmó el responsable de IEEJ.
Asimismo, la hoja de ruta del Ejecutivo nipón incluye objetivos de emisiones de gases de efecto invernadero, que se prevén reducir en un 26 por ciento para 2030, en comparación con los niveles de 2013.
El Gobierno ha decidido tomar como referencia este año, en el que Japón, -quinto mayor emisor del mundo de gases contaminantes- lanzó a la atmósfera un volumen récord de 1.395 millones de toneladas de estos gases.
La cifra está por debajo del objetivo de la UE, que aspira a reducir sus emisiones en un 40 por ciento respecto a 1990, y del de EEUU, que pretende recortarlas entre el 26 y el 28 por ciento respecto a 2005. (EFE)
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