La intervención de los padres es fundamental
Un grupo de niños de una escuela de primaria de Tokio participó el mes pasado en un curso en el que aprendieron a protegerse de extraños con malas intenciones.
La iniciativa fue de Taikengata Anzen Kyoiku Shien Kiko, una organización que apoya la educación en materia de seguridad.
Naho Kiyonaga, lideresa del colectivo, afirma en entrevista concedida a Mainichi Shimbun que lo primero que los nuevos estudiantes de primaria necesitan para mantenerse a salvo en su viaje a la escuela es un «mapa de seguridad» mental.
¿En qué consiste? El papá debe recorrer el camino a la escuela con su hijo y enseñarle qué sitios son peligrosos y dónde puede esconderse en situaciones de riesgo. Tomar fotos de los lugares más importantes por los que pasan en su recorrido facilita el aprendizaje del pequeño.
Si en el camino hay «Kodomo 110 Ban» (sitios donde los niños se pueden refugiar si se sienten en peligro), el padre debe hacer una parada en ellos y explicarle a su hijo que ahí puede pedir ayuda.
También es importante inculcar en los niños que cuando vayan a la escuela o regresen de ella no se desvíen de la ruta establecida.
El camino casa-escuela no el único potencial foco de riesgo. Parques poco concurridos, viviendas vacías o sitios con muchos callejones también pueden ser peligrosos.
Kiyonaga también recomienda que los niños no vayan solos a los baños públicos, sino con amigos o adultos.
Otra cosa importante que resalta la entrevistada: los niños deben mirar hacia adelante mientras caminan. Kiyonaga explica que los delincuentes identifican a sus potenciales víctimas a unos 20 metros de distancia, deciden actuar cuando el niño está a 9 o 10 metros y entran en acción a unos 5 o 6 metros de distancia.
Los niños deben prestar atención a las personas que caminan hacia ellos, detectar posibles amenazas y aprender a calcular las distancias, para poder huir mientras haya al menos seis metros de distancia entre ellos y el delincuente.
Los padres, aconseja Kiyonaga, deben enseñarles a sus hijos a describir las cosas y la apariencia de las personas para reforzar su capacidad de observación.
Los pequeños deben rechazar con firmeza las invitaciones de extraños.
«Si alguien se está moviendo rápidamente hacia ti o parece una persona extraña, mantén una distancia suficiente para que ellos no puedan alcanzarte», se les explicó a los niños en el curso en Tokio.
También se les enseñó a zafarse de sus captores si estos los toman, mordiéndoles la mano o pateándoles la espinilla, por ejemplo.
Por último, es fundamental que los padres les metan en la cabeza a sus hijos que la prioridad es su vida. Si tienen que deshacerse de sus mochilas o de cualquier pertenencia para huir, que lo hagan porque lo que importa es que estén a salvo. (International Press)