En la escuela no querían tocarla para que no les “contagiara su color”
La Miss Japón, Ariana Miyamoto, no tenía previsto participar en el concurso de belleza porque pensaba que por ser mestiza no tendría posibilidad de ganar. El suicidio de un amigo, multirracial como ella, la hizo cambiar de opinión.
Así comienza un interesante artículo que ha publicado Reuters sobre la reina de belleza, hija de padre afroestadounidense y madre japonesa.
«Él nunca se sintió aceptado por los japoneses… lo que hacía que no pudiera aceptarse a sí mismo», revela.
«Pensé que, por mi amigo, si había algo que pudiera hacer para cambiar a Japón, debería hacerlo» dice Ariana.
Como nunca faltan retrasados, hubo racistas que menospreciaron a Ariana tras su triunfo, como el que escribió en redes sociales que ella parecía una hormiga o el que posteó: “Esa boca grande, ese rostro ordinario, ¿esta es Miss Japón?”.
Los ataques racistas no son novedad para Ariana. Cuando asistía a una escuela pública en Japón, los niños se negaban a tocarla porque “podría contagiarles su color (de piel)”. Cansada del bullying, estudió en una preparatoria en EE. UU.
La Miss Japón retornó a su país, pero aún la tratan como si fuera extranjera.
Ser tratado como extranjero en el país en el que nació y del cual es ciudadano no es solo frustrante para ella, sino para todos los japoneses que, como Ariana, tienen una fisonomía diferente de la estándar.
Sin embargo, Ariana Miyamoto no ha ganado el certamen de belleza más importante del país para que las críticas la desmoralicen. Por el contrario, ella se siente parte del cambio que necesita Japón.
«Japón está tratando de cambiarse a sí mismo. Me gustaría ayudar a que cambie más aún», le dice a Reuters.
Mientras tanto, Greg Dvorak, un experto en cultura e historia de Asia y el Pacífico, afirma que el triunfo de Ariana es “refrescante”. «Mi sensación es que hay un cambio cada vez mayor entre las generaciones más jóvenes para aceptar que las personas con todas las caras pueden hablar japonés y funcionar con éxito en la sociedad japonesa”, explica.
Para Dvorak la reputación que tiene Japón como país que rechaza la diversidad es exagerada. (International Press)