Las damas primero, café gratis, propinas…
La japonesa A-chan (así la identifica el sitio RocketNews24) ha trabajado en cafés en su país y tuvo la oportunidad de hacerlo también en Canadá. Culturas distintas, estilos de trabajo distintos. ¿Qué cosas la sorprendieron de su experiencia en el país norteamericano? Apunta cinco:
1. Hay propinas y se comparten
No hay costumbre de dar propinas en Japón, así que la japonesa descubrió en Canadá que a su salario regular le podía aumentar las propinas. ¡Más dinero para ella!
La chica recuerda que delante de la caja registradora había un tarro en el que los clientes depositaban las propinas. Al mediodía, el frasco se vaciaba y el dinero era repartido entre el personal de la mañana. Al final de la jornada, la plata se dividía entre el personal de la tarde.
2. Café gratis
A-chan le cuenta a RocketNews24 que ha trabajado en un montón de establecimiento de comida (no solo cafés) en Japón y que en todos ellos, mientras trabajaba, solo le permitían tomar agua. Y tenía que agacharse detrás del mostrador para que los clientes no la vieran bebiendo.
En Canadá no solo podía tomar todo el café que quisiera, sino que le permitían hacerlo delante de los clientes. No tenía que esconderse, como si estuviera haciendo algo malo. La japonesa dice que así el trabajo se hacía más agradable y que nunca se estresaba.
3. Te pueden mandar a casa temprano
«Cuando no había muchos clientes, el dueño solía enviarme a casa. Y si no había clientes, ¡cerrábamos el café!”, cuenta A-chan. Claro, suena estupendo, pero el problema es que si no trabajabas las horas programadas, no te pagaban.
4. Preferencia por los japoneses
Los japoneses son puntuales y serios en su trabajo. No se quejan. Por eso el jefe de A-chan en Canadá reclutaba sobre todo a japoneses. Algunos de sus compañeros de trabajo eran japoneses que hablaban muy mal el inglés, pero el jefe los mandaba a la cocina o donde no tuvieran contacto con el público.
5. Las damas primero
«Una vez, cuando estaba a punto de entrar al café, vi a un hombre de unos sesenta años en la puerta. Le dije: ‘Después de usted’. Pero él se negó, diciendo: ‘No, no, usted primero’. Entonces le dije que era una empleada del café, por lo que él debería entrar primero, pero no se movía, y finalmente terminé entrando antes que él. Pensé mucho en eso, y me di cuenta de que así es la cultura de ‘las damas primero’. Si eso sucediera en Japón, el cliente probablemente entraría primero, antes que el empleado». (International Press)