Ferviente nacionalista, el primer ministro japonés busca sacar a su país del letargo
Conocido por su ferviente nacionalismo y determinación, Shinzo Abe es el claro favorito a unas elecciones en las que busca revalidar un ambicioso y arriesgado programa económico con el que quiere sacar a Japón de un letargo de casi dos décadas.
Dos años después de llegar al poder con un victoria arrolladora y de haber disfrutado de unos altos niveles de popularidad, este hijo y nieto de prominentes políticos, decidió lanzar un gran órdago a los japoneses y convocó unos comicios anticipados a modo de referéndum sobre su gestión.
Todo parece indicar que Abe, de 60 años, revalidará su mandato sin ningún problema y que incluso aumentará su mayoría, tras haber centrado todo su discurso en la economía y a pesar de que la tercera economía del mundo entrara en recesión.
Los nipones valoran su arrojo y determinación para diseñar y poner en marcha la conocida como «Abenomics», una política económica altamente agresiva basada en los estímulos con la que busca despertar a un Japón sumido en la deflación durante décadas, y que ha visto reducido su peso internacional a la sombra de la imparable China.
Para estos comicios, Abe ha dejado atrás su lado más duro, los gestos nacionalistas y su defensa del revisionismo histórico que tanto irritan a sus vecinos y a una parte de los japoneses más liberales.
El impulsor durante su mandato de una polémica reinterpretación de la Constitución pacifista de Japón ha querido mostrarse durante la campaña simplemente como el ejecutor de una deseada recuperación de la economía nipona, y para ello ha pedido el apoyo de los japoneses.
Este político hiperactivo y trabajador, que ha visitado un total de 50 países en menos de dos años de mandato, consiguió devolver el poder en diciembre de 2012 al Partido Liberal Demócrata (PLD), que gobernó entre 1955 y 2009 de forma prácticamente ininterrumpida.
Casado y sin hijos, Abe cuenta con una amplia experiencia en la despiadada cancha política nipona, donde mantenerse en el poder es toda una proeza.
De lo que no cabe duda es de que este político conservador, quien gobernó durante un breve mandato entre 2006 y 2007 con más sombras que luces, lleva el poder en la sangre.
Su abuelo fue el primer ministro Nobusuke Kishi, detenido como criminal de guerra aunque luego exculpado, y su padre, Shintaro Abe, fue ministro de Asuntos Exteriores en los gobiernos del carismático Yasuhiro Nakasone en los ochenta.
Licenciado en Ciencias Políticas en 1977 por la Universidad Seikei de Tokio, Abe completó sus estudios en la Universidad del Sur de California (USC) antes de integrarse en el mundo laboral en 1979 en la siderúrgica Kobe Steel.
Tres años más tarde comenzó a implicarse en asuntos políticos como asesor de su padre, que poco después se convertiría en canciller, pero no fue hasta 1993 cuando obtuvo un escaño de diputado del PLD por la provincia de Yamaguchi.
Esta trayectoria meteórica se consolidó en 2003 con su nombramiento como secretario general de su partido, un cargo que compaginó con el de portavoz del Gabinete de Junichiro Koizumi (2001-2006), al que sucedería en 2006 como primer ministro.
Pero su proyección y su creciente popularidad quedaron manchadas por los diversos casos de corrupción entre sus ministros, aunque él nunca se vio directamente implicado, así como por sus errores de gestión.
Abe tocó fondo en septiembre de 2007, cuando anunció su dimisión dos meses después de una contundente derrota en los comicios al Senado y alegando motivos de salud.
El primer ministro llega a los comicios del domingo con una actitud muy diferente, buscando revalidar un mandato de dos años en los que ha mantenido altos niveles de popularidad y una imagen de político serio y decidido, sin una oposición capaz de hacerle sombra. (EFE)
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