Preocupados padres quieren encarrilarlo
C es un ama de casa de treinta y tantos años que reside en la prefectura de Fukui y que está tan preocupada por su hermano mayor (le lleva cuatro años) que le ha escrito a Yomiuri Shimbun porque necesita ayuda.
La mujer, a pedido de sus padres, busca una esposa para su hermano.
El hombre salió de casa cuando estudiaba en secundaria. Se mudó a una residencia para estudiantes, donde al parecer era víctima de bullying debido a su carácter retraído. Desde entonces se refugió en los videojuegos.
Ingresó a la universidad, pero no fue un buen estudiante. La mayor parte del dinero que le enviaban sus padres lo gastaba en sus pasatiempos. Así las cosas, decidieron reducir la cantidad de plata que le mandaban, lo que molestó mucho al entonces estudiante.
C detestaba a su hermano por los problemas que les causaba a sus padres. Sin embargo, cuando ella hablaba mal de él su madre se enojaba. La mujer entonces optó por lo que parecía más sensato: dejar de criticar a su hermano. “Me casé y me fui de mi casa como si estuviera huyendo”, confiesa a Yomiuri.
El hombre ahora trabaja en una tienda de abarrotes y sus padres quieren que se case.
El hermano, de acuerdo con la descripción de C, es “de mediana edad, obeso, lleva ropas gastadas” y habla necedades con “voz chillona”. “Me pregunto quién en la Tierra querría casarse con él”, dice. (Por cómo lo describe, más bien parece empeñada en desanimar a cualquier potencial interesada).
El psiquiatra Soichiro Nomura, vía Yomiuri, le responde que hay muchas cosas que hacer antes de buscarle esposa al problemático hermano. Por ejemplo, los videojuegos. ¿Sigue enganchado a ellos? ¿Se arrepiente de haber maltratado verbalmente a sus padres cuando estos decidieron reducir la cantidad de dinero que le enviaban tras enterarse de que no lo empleaba correctamente? ¿Ha madurado?
¿Han perdonado los padres el comportamiento de su hijo?, pregunta el especialista. Es otro asunto importante por dilucidar.
“Debo subrayar que hablar de matrimonio sin solucionar estos problemas no tiene ningún sentido”, escribe Nomura.
Si bien es natural que los padres deseen que sus hijos se casen, antes “esos hijos deben ser adultos maduros”.
Solo una vez que esos asuntos pendientes estén resueltos, se podrá hablar de matrimonio, concluye el psiquiatra. (ipcdigital)