«El Cíclope. Una historia de amor» fue el prefomance creada por la famosa artista colombiana y su esposo Luis Fernando Bohórquez.
La muestra, organizada por la Embajada de Colombia en Japón, se realizó la tarde del sábado 14 de junio en Roppongi Hills, Tokio, y capturó la atención de los transeúntes cuando bellas modelos aparecieron en el centro de la plaza Roku Roku vistiendo preciosos vestidos blancos.
No se trataba de un desfile de modas de concepto, eran originales prendas de papel. El arte ancestral del origami se convertía en hermosos diseños de vestidos creados por Diana Gamboa. Prendas a los cuales cinco bellas modelos le daban movimiento y elegancia.
En la muestra, las modelos simbolizan pájaros que desfilaban llevando tras de sí figuras de metal que resultan ser sus almas gemelas.
El nombre «El Cíclope», una historia de amor”, es un homenaje de la pareja Gamboa-Bohórquez. Diana Gamboa es artista plástica y origamista mientras que Luis Fernando Bohórquez es actor de novelas y series de TV quien a su vez es el creador de las esculturas de metal.
Diana Gamboa declaró para International Press sobre su trabajo.
International Press: ¿Has estado antes en Japón?
DG: Es la primera vez que estoy en Japón y estoy muy felíz y mi sueño es conocer también todo Asia.
IPC: ¿Cuál fue la primera figura que hiciste en origami?
DG: Cuando tenía tres años hice por primera vez la grulla (pajarita de papel). Aprendí este arte de mi papá (Gonzalo Gamboa) quien es uno de los grandes del origami en Japón. Lo aprendí de mi padre y ahora yo tengo tres hijos que también son origamistas. Todos ellos ya inventan con el papel desde que tenían un año.
IPC: Por todo ello ¿qué es el origami para ti?
DG: El origami es mi vida entera, es amor, es estar en paz, es meditar, es pura energía. Lo disfruto mucho.
IPC: ¿Cuándo empezó todo esto lo del origami en performance?
DG: Hubo una muestra muy importante en mi país y yo saqué mi primer vestido en 1998.
IPC: Y ahora has sacado tu trabajo en una plaza de Tokio. Distinto a un espacio cerrado…
DG: Un espacio es urbano, la calle, y el otro es como museográfico pero tiene la misma esencia. Yo siento que está todo en equilibrio, no es que salga mejor o peor sino que se trabaja diferente.
IPC: Pudiste elegir otra manera de mostrar tu arte en origami. ¿Por qué los vestidos?
DG: Elegí los vestidos porque necesito darle movimiento. No soy diseñadora de modas ni construyo sobre el maniquí. Soy escultora, Artista, que es muy diferente. Mi interés es hacer una escultura efímera, que solo se sienta una vez. Los vestidos que realizo se utilizan una sola vez. Es entregar un regalo para los ojos, para el corazón.
IPC: Es una sola vez pero te dura eternamente…
DG: Es una memoria, es algo muy difícil de olvidar, es una sensación. Esa es mi intención con el arte.
IPC: El título de la muestra. El cíclope, una historia de amor, es muy bonita.
DG: Es una historia de amor. Luis Fernando (Bohórquez) y yo llevamos 16 años juntos. Es nuestra historia. Es la historia de un Cíclope. Es una bendición.
IPC: ¿Cuál es el concepto de los pájaros que mostraste en Tokio?
DG: Es un vuelo de pájaros. Todos queremos volar, pero nadie le dice a uno cómo hacerlo. Creo quela humanidad tiene que aprender. De qué te sirve tener alas si estamos en tierra todo el tiempo.
IPC: No haces bocetos para tus vestidos de origami?
DG: Tú sabes que los vestidos salieron sin querer, fueron armándose en el camino. Hice cambios, porque los vestidos yo nunca los conozco. No los mido antes, jamás.
IPC: ¿Ni una idea?
DG: Hay como un desglose matemático. Yo sé que me como un rollo de 200 metros para el primer vestido, que tengo que cortar 250 cuadrados de tres por tres metros, sé que tengo que cortar 8.000 papeles de 13 por 13 cms (pero no sé más).
Para las modelos ha sido una experiencia que podrán contar. A una de ellas no les gustó una cola, a mi no me gustó, y tenía una pieza que era para una manga que la puse en la parte de abajo. Esta obra tenía unas cabezas divinas que hice yo en un termo formado enormes. Eran mujeres con tres cabezas, y me tocó quitara las porque la cabeza de las japonesas es diferente a la nuestra. A mí se me mantenía pero a la japonesa se le caía.
Entonces la obra, tiene la capacidad de transformarse, de trabajarse y nunca se acaba. (Nancy Matsuda/ipcdigital)
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