Australia casi da la sorpresa en uno de los mejores partidos del Mundial
Juan José Lahuerta / EFE
Holanda, entronizada tras vencer a España 1-5, rozó el abismo ante Australia, que perdió 2-3 pero dignificó el fútbol con un partido portentoso en el que estuvieron a punto de dar la sorpresa y dejar a sus rivales a expensas de un encuentro ante Chile en la última jornada que podría haber sido de infarto.
Con esta victoria, el equipo de Louis van Gaal no precisa más que un punto para asegurarse la clasificación, sin mirar a Chile o España y, hasta derrotado por los chilenos tendría posibilidades.
Cuando Holanda se presentó en el estadio Beira Rio de Porto Alegre, todo era euforia por su escandalosa victoria ante España. Aunque la intentaran aplacar con declaraciones amistosas, no eran creíbles. Arjen Robben dijo que él y sus compañeros no tenían la cabeza en las nubes. Su entrenador, Louis Van Gaal, el día antes, afirmó que debían mantener los pies en el suelo. Pero no fue así.
Holanda saltó al campo con el mismo sistema que ganó a España. Con cinco defensas, de ellos, dos laterales largos. Lo hizo ante un equipo aparentemente menor. Y ese sistema le hizo parecer pequeño. Los hombres de Van Gaal se dedicaron a ceder la pelota y a esperar un contragolpe. El dominio total fue para Australia, que dio un baño a su rival en la primera parte.
Desahuciado tras perder ante Chile 3-1, nadie creía en los «aussies». Estaban destinados a perder todo e, incluso, desde España, se hacían cábalas sobre los goles que iban a marcarles en la última jornada del grupo.
En los 45 minutos iniciales, sólo Robben, con una carrera atómica de 40 metros, fue capaz de marcar un gol para los suyos. Fue el 0-1, en el minuto 20, una injusticia total que fue eliminada con el estratosférico tanto de Tim Cahill. Lo hizo un minuto después, a lo Marco Van Basten en la final de la Eurocopa de 1988.
No tan esquinado como el del mítico delantero holandés, pero sí que fue igual de eficaz. Cahill recogió un balón del cielo para golpearlo con su pie izquierdo y dejar sin aliento al público del Beira Rio. Un golazo total. Tal vez sea de los mejores del Mundial.
Esa diana hizo justicia a un equipo que antes del descanso pudo desnivelar la balanza por medio de Mark Bresciano y de Matthew Spiranovic, pero fallaron en el último suspiro. No aprovecharon las internadas de Matthew Leckie, el más destacado de Australia en una primera parte que sin duda mereció acabar por delante en el marcador.
Holanda se dio un respiro con un disparo de Wesley Sneijder al principio de la reanudación, pero Australia siguió dominando el partido, sin descanso, sin ceder nada de terreno, y consiguió el segundo tanto de penalti tras una mano de Daryl Janmaat. Mile Jedinak no falló, pero su alegría duró lo mismo que la de Robben antes del paso por los vestuarios. Un minuto después, Van Persie empató con un zurdazo.
El pase, muy bueno, lo dio Memphis Depay, que salió desde el banquillo para salvar a Holanda, porque después marcó el tercero desde fuera del área con ayuda del portero Maty Ryan, que no calculó bien la estirada y se tragó la pelota. Justo antes, segundos antes, Leckie falló una clarísima para adelantar a Australia, pero el fútbol no estaba del lado de los más débiles.
Acabó poniéndose del lado de Holanda, que se llevó tres puntos en uno de los partidos más bonitos del Mundial. El fútbol fue glorificado en el estadio Beira-Rio, testigo de más de media clasificación de Holanda y de la casi despedida de una selección, Australia, que demostró una dignidad gratificante.
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