Mafalda convierte al argentino Quino en Premio Príncipe de Asturias

 

Historias de este icono universal han sido traducidas a más de 30 idiomas


Mafalda

Carmen Sigüenza / EFE


 

Mafalda, la pequeña niña concienzuda y rebelde, preocupada por la paz en el mundo, la amante de los Beatles, que detesta la sopa y trata asuntos del alma, ha llevado hoy a su creador, Quino, a convertirse en Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.

Y es que Joaquín Salvador Lavado, «Quino», a pesar de haber creado otros muchos personajes y haber pergeñado otras historias desde que publicó su primera tira en el semanario «Esto es» en 1954, pasará a la historia por haber dado vida a esta niña de melena negra y flequillo corto, un icono universal, que nació en 1963 para quedarse a vivir en el porteño barrio de san Telmo.


Mafalda, la filósofa y sabia, amiga de Susanita, Manolito, Miguelito y Felipe, nació por encargo, cuando una compañía de electrodomésticos le encargó a Quino una publicidad con un personaje que comenzará con «M», la inicial de Mansfield, aunque este proyecto nunca llegó a llevarse a cabo porque la firma fracasó.

Y así, afortunadamente, esta rebelde comenzó a hacer preguntas incomodas y adultas desde que salió por primera vez en el semanario Primera Plana en 1964 y por última vez en 1973 cuando Quino dejó de crear mafalditas en la revista Siete Días, aunque de vez en cuando vuelve a dar vida a la pequeña, como por su 50 cumpleaños. Además sus historias no paran de reeditarse, se multiplican y se traducen a más de 30 idiomas.


Porque Mafalda es a las letras hispanas lo que podría ser Carlitos, Snoopy y los Peanuts, creados por Charles M Schulz a Estados Unidos: ambos chicos radiografían muy bien la idiosincrasia de sus países, sus luces y sombras, con un discurso adulto y crítico.

«Lo malo de la gran familia humana es que todos quieren ser el padre», dice Mafalda en una de sus miles de viñetas, mientras también lee la definición de democracia como «Gobierno en el que el pueblo ejerce la soberanía» y se parte de risa.

Viñetas, bocadillos que expresan el pensamiento de Quino y que revelan la preocupación del dibujante por los Derechos Humanos, la justicia o la igualdad, y que envuelven con su humor irónico y negro.

Algo que heredó, según dice él mismo, del carácter trágico y el humor negro de Andalucía, tierra de donde procedían los padres de este dibujante universal nacido en Mendoza, Argentina, en 1932.

Creador multipremiado, el argentino es uno de los grandes artistas que hacen editoriales, que crean opinión; uno de los grandes cuentistas, muy crítico con la realidad a través de sus personajes, muchos de ellos amorosos pero también capaces de despertar la sonrisa más amarga.

«Dibujo para que el mundo vaya para el lado de los buenos, el de los Beatles, el de John Lennon…», ha dicho en muchas ocasiones este dibujante que después de Mafalda no ha tenido un personaje fijo.

Desentrañar el lado trágico de la vida desde el humor es la labor del padre de Mafalda, quien al igual que la pequeña vestida con su traje de lunares y su lazo rojo en el pelo, tiene claro que los males del mundo son «la ambición de poder y el dinero».

 


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