Se sospecha que la niña haya sido filmada y fotografiada cuando fue abusada.
El abuso sexual al que fue sometida una niña peruana (13) por cinco compañeras de clase japonesas en la localidad de Fujinomiya, en Shizuoka, está tomando un camino tan escabroso como el propio acontecimiento. La niña no fue abusada en un parque cercano como se dijo en un principio sino que todo habría ocurrido dentro de la escuela y los hechos habrían sido filmados y fotografiados.
Estos datos fueron revelados a International Press por la madre de la niña, quien ha empezado a comprender mucho más el estado de terror en que se encuentra su hija. Ella habría recibido amenazas de las agresoras contra su persona, su madre y su hermano menor en caso denunciara los abusos.
La pequeña ha contado que bajo amenazas ha sido abusada más veces de las que dijo y dentro de la escuela entre julio de 2013 y marzo de 2014, cuando abandonó la escuela totalmente y pidió el auxilio de su madre.
El miedo se ha instalado en la casa de la peruana porque hasta ahora la policía de Fujimiya no ha dado muestras contundentes de que quiere proteger a esa familia y no hay confianza en la escuela por la pésima gestión del caso hasta el momento.
LA VISITA DEL CÓNSUL A LA POLICÍA Y ESCUELA
Policía y escuela solo han mostrado preocupación real del problema el día martes 22 cuando vieron estacionarse en la puerta de sus locales un automóvil con placa diplomática con el cónsul general del Perú en Tokio, ministro Julio Cárdenas, a bordo.
El jefe de la comisaría central de Fujinomiya ha asegurado al Cónsul Peruano que dará prioridad a esta investigación y garantizó que tratarían el caso como si fuera de cualquier japonés.
Ese mismo día, tras la visita del Cónsul Cárdenas, un agente de la policía reveló a International Press que las investigaciones de la violación están en marcha y que cuatro de las cinco supuestas atacantes, incluidos sus padres, habían pasado por la delegación policial aunque todas han negado los hechos.
En la escuela, el Cónsul fue recibido por el vice-director y su presencia en el centro escolar causó un revuelo inusitado. El directivo prometió tomar acciones y colaborar en cuanto haga falta.
Recién la mañana de hoy jueves, la madre recibió una llamada telefónica de la la Junta Educativa del Municipio y de la escuela ofreciendo ayuda psicológica para la niña peruana, pero se ha perdido toda la confianza en ellos. Una psicóloga privada está encargándose del tratamiento de la pequeña.
SOLO VIVÍA PARA ELLOS: LA MADRE
La madre intenta sacar fuerzas de flaqueza ante el drama que vive y se reprocha por no haber podido apoyar a tiempo a tu niña. “Me siento mortificada y dolida. Cómo quisiera regresar en el tiempo y estar allí para protegerla”, confesó entre lágrimas en un encuentro con IPC.
“Mi niña es bastante reservada. De chiquita mis hermanos me decían que era muy calladita, que cualquiera se la podía llevar sin que ella reclamara”, dijo y así fue como la cuidó.
“Yo trabajaba hasta las tres de la tarde para estar con mis hijos. Dije, ‘vamos a vivir austeramente, pero que sea para estar con ellos’”, siguió contando la madre. Así ocurrió hasta que perdió el trabajo por una caída de la producción y empezó a trabajar hasta las 5 de la tarde.
Aún así, todos los días llevaba a sus niños a la escuela, a pesar de que la tutora de pedía que no lo hiciese, y cada vez que podía también los recogía. “Yo temía que les pasara algo. Tenía miedo que los secuestraran como se lee en las noticias de Japón o que un carro los atropellara en estas calles. Todos saben que vivía para ellos”, declaró.
La mujer cuidaba tanto de los chicos, que su propia madre le reprochó alguna vez que “era una mamá muy sobreprotectora” y le pedía que los dejara más libres para que aprendieran a defenderse.
Así fue hasta que en marzo de 2013 su niña empezó a tener cambios en su carácter. Además de reservada se volvió aún más distante de su madre, respondía de mal humor y podía pasar días sin bañarse. Todos pensaron que se trataba de cosas de la adolescencia y que necesitaba paciencia.
El primer aviso de que era víctima de ijime (hostigamiento) ocurrió en mayo de 2013. Un grupo de amigas la golpeaba y le exigía que saliera del club de música en donde la peruana aprendía clarinete. La madre presentó una queja y luego aceptó pasarla al club de dibujo.
MIEDO Y LA SALIDA DE FUJINOMIYA
Desde entonces los hechos fueron a peor sin que supuestamente nadie en la escuela lo notara. Cinco niñas japonesas de su misma edad habrían abusado sexualmente de la peruana en un ritual que era filmado y fotografiado.
La madre entiende que su niña soportó todo eso, y en silencio, por temor a que esas personas hicieran daño a su familia. Ella había pedido a su mamá que no mandara a su hermano menor a estudiar a esa escuela.
Ahora, el objetivo es rodear a la pequeña de imágenes que le den seguridad. Su padre, divorciado de su mamá hace algún tiempo, ha vuelto a casa para protegerla. Pidió permiso en el trabajo, aunque ayer fue comunicado de que había sido despedido a pesar de haber explicado su caso al gerente de la empresa.
La presencia del cónsul Cárdenas ayudó decididamente. Tras ello, la niña contó más detalles que ayudarán en la investigación policial. El mismo diplomático trajo a madre e hija el martes hasta Tokio para una consulta con el conocido abogado japonés Kotaro Tanaka.
Aún así el temor y el trauma superan lo soportable. En horas de esta tarde, la madre usumió una acción decidida para salvaguardar la integridad física y psicológica de su familia. Puso en el carro alguna muda de ropa y dejó Fujinomiya con rumbo desconocido por temor. La famosa seguridad de Japón se ha derrumbado para ellos.
“Estamos ahora mismo saliendo de Fujinomiya”, dijo el papá a International Press mientras su ex esposa iba al volante con sus dos niños abordo. Solo volverán cada vez que la policía lo requiera. Quieren justicia. (Luis Álvarez/ipcdigital)
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