Facebook apuesta por WhatsApp para mantenerse joven

Red social da un gran paso en su transición de la web al móvil



Cristina García Casado / EFE

Facebook, la red social más popular del mundo, ha dejado boquiabierto al mercado tecnológico al anunciar la mayor compra en sus diez años de vida: 19.000 millones de dólares por el popular servicio de mensajería WhatsApp, una apuesta por retener a los usuarios más jóvenes y apuntalar su salto al móvil.


Defender durante una década un liderazgo como el de Facebook en el volátil mundo de las comunicaciones y la tecnología obliga a no bajar la guardia y a unirse al competidor cuando no se puede con él.

Tras su fallido intento de lanzar un servicio de mensajería capaz de mirar a los ojos a sus rivales, Facebook trató sin éxito de hacerse con SnapChat, muy popular entre los jóvenes de Norteamérica por su atractivo sistema en el que los mensajes desaparecen una vez leídos.

Esta negativa fue un revés en los planes de Facebook, que fía su crecimiento futuro a la transición de la web al móvil, consciente de que la democratización y popularidad de los teléfonos inteligentes ha llevado a muchos usuarios a desplazar sus «clics» del escritorio a sus ratos en el transporte público o a las esperas.


La compra de WhatsApp, que por el momento solo está anunciada, ha sorprendido al mercado tecnológico que, a tenor de las opiniones de los expertos, considera desorbitado el desembolso de 19.000 millones de dólares por una empresa de 55 empleados, sin beneficios por publicidad, y cuyo servicio es gratuito los primeros doce meses y después solo cuesta un dólar al año.

Esta no es la primera vez que el mercado se lleva las manos a la cabeza con las cuantiosas ofertas de Facebook: ya consideraron desmedida la compra de Instagram, la red social más popular de retoque de fotografías, por 1.000 millones de dólares y los 3.000 millones con los que tentó a SnapChat.


El consejero delegado y fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, ha salido enseguida a defender las bondades de su adquisición con un argumento sencillo pero firme: el valor de WhatsApp está en que su crecimiento es tal que puede llegar a conectar a 1.000 millones de usuarios.

De hecho, aunque WhatsApp parezca pequeña al lado de un gigante como Facebook, lo cierto es que sus números desde su fundación hace cinco años son mejores que los que tuvo la red nacida en Harvard en sus inicios.

WhatsApp hizo historia al ser la compañía que más rápido alcanzó los 450 millones de usuarios, una cifra que triplica a la que tenía Facebook en su cuarto año (150 millones) y que representa casi el doble de los que tiene la popular Twitter.

El 70% de los usuarios de WhatsApp utiliza esta sencilla aplicación cada día para enviar ilimitados mensajes, emoticonos, fotografías y vídeos a sus familiares, amigos y compañeros con coste cero y sin necesidad de nada más que la conexión a Internet del móvil, en clara sustitución de los mensajes de texto.

La popularidad de los «SMS» ha caído en picado desde que Internet conquistó los teléfonos móviles. Aplicaciones como WhatsApp permiten lo que antes parecía impensable: matar la duda de si nuestro destinatario ha leído ya o no el mensaje o saber cuál fue la hora exacta de su última conexión.

Su ritmo parece imparable: cada día un millón de personas incorporan el característico icono verde de esta aplicación a sus móviles y esto sucede en países de todo el mundo.

WhatsApp es la única aplicación de mensajería que ha logrado una universalidad comparable a la del popular servicio de llamadas con vídeo Skype, adquirido por Microsoft en 2011 por 8.500 millones de dólares.

A través de los WhatsApp de todo el mundo circulan cada día 600 millones de fotos y 100 millones de vídeos. Su número de usuarios fieles, es decir los que se conectan al menos una vez al día, supera incluso a los de Facebook, con el 70% y el 61% respectivamente.

Con estas inapelables cifras no es de extrañar que a esta compañía, de 55 empleados y sin tan siquiera equipo de relaciones públicas, la hayan cortejado los más grandes del sector, incluido el todopoderoso Google.

Los creadores de WhatsApp, el ucraniano Jan Koum y el estadounidense Brian Acton, que con la compra de Facebook se incorporarán a las listas de millonarios de Estados Unidos, se jactan de seguir un modelo alejado de los estándares de la meca de la tecnología, Silicon Valley.

En virtud de esta filosofía, optaron por no «mercantilizar» el servicio de comunicación que ofrecen, de manera que en el «chat» de WhatsApp los usuarios no se ven acribillados por los anuncios que inundan otras plataformas, como la propia red social Facebook, que se ha llenado los bolsillos a base de publicidad.

Zuckerberg ha querido respetar este deseo, al menos al principio, y ha dejado claro que no hay ninguna prisa por incorporar anunciantes al servicio de WhatsApp puesto que el objetivo primordial es captar nuevos usuarios.

Para Facebook esta compra es una apuesta a largo plazo. El puntal que necesita para mantenerse en el candelero de un mundo como el tecnológico, donde el fervor por las nuevas ideas muchas veces desaparece casi tan rápido como se dispara.

El futuro de Facebook pasa por saltar al móvil y por seguir siendo atractivo para las nuevas generaciones de jóvenes, para quienes esta red social ya es cosa de mayores -10 años en el mundo de Internet y la tecnología son casi una eternidad-.

Los más jóvenes optan por aplicaciones más dinámicas y nuevas, como WhatsApp, que permiten la ilusión de una conexión permanente con los amigos y la familia sin tener que exhibir la vida personal ante los indiscretos ojos de los cientos de conocidos de Facebook.


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