La historia del mural perdido que Taro Okamoto pintó en México

Mural de Taro Okamoto en Shibuya

El impresionante mural está ahora en la estación de Shibuya, en un hall que conecta las líneas de tren de JR y Keio.

Mural de Taro Okamoto en Shibuya

Una historia de amor eterno envuelve la odisea que representó la recuperación del mural que el artista japonés Taro Okamoto, acabó en México, en 1969. Un año después, el pintor mostró una sus obras más famosas, la escultura «Torre del Sol», que se convirtió en el símbolo de la Expo ’70 en Osaka.


Sin embargo, “El Mito del Mañana” no corrió la misma suerte y estuvo perdida durante más de 30 años hasta que finalmente encontró su espacio definitivo en la estación de metro de Shibuya, en Tokio, donde más de dos millones de personas transitan por ahí diariamente. Toshiko Okamoto, compañera sentimental del reconocido artista, fue el alma del proyecto.


Torre del Sol de Okamoto


El Mito del Mañana

Corría el año 1967 cuando Taro Okamoto comienza a crear el mural para el Hotel México que estaba por construirse con una proyección futurista. El artista concluye su obra dos años después con un mensaje estremecedor. La visión es el instante de la explosión de una bomba atómica, enfocado en un esqueleto deformado por la radiación, en clara alusión a Hiroshima y Nagasaki.


Okamoto retornó a Japón sin estampar su firma, pensando hacerlo cuando fuera inaugurado el hotel. Pero el empresario hotelero quebró y un consorcio adquirió el edificio. El proyecto original cambió y la pintura desapareció por más de tres décadas.

En 2003, siete años después de la muerte del artista, un fotógrafo japonés descubre fortuitamente su paradero en un almacén de materiales de construcción en la capital mexicana. Informada de este hecho, Toshiko vuela a México y constata con sus propios ojos el lamentable estado de la obra. La lluvia y el polvo habían provocado un gran deterioro y se habían formado grietas en diferentes partes. Entonces ella, la compañera inseparable del pintor y su asistente durante mucho tiempo, decide iniciar una campaña para reconstruir el mural de Okamoto. “Toshiko amaba inmensamente a Taro, un día me comentó que lo amaría eternamente”, reveló a International Press Kumiko Furusawa, directora de la galería Promo-Arte (Shibuya) y amiga personal de Toshiko, a quien recuerda como una mujer muy dinámica, muy enterada de todo lo que era arte.

“Físicamente era ya una persona mayor, espiritualmente era muy alegre. Ella quería restaurar el mural en México y donarlo a ese país, que la obra de Taro Okamoto quedara en México como había sido el deseo del artista», dice Furusawa.

Pero un sobrino del pintor se presentó un día con otro plan, restaurar el mural en Japón. Como Okamoto no llegó a firmar su obra, se contrató a un abogado y se consiguió el permiso para traer la obra a Japón. Debido a sus dimensiones (35 x 7 metros aproximadamente) y a su deterioro tuvo que ser dividido en varias partes para su embalaje y traslado. La restauración se hizo en Ehime con el apoyo de decenas de artistas e intelectuales. Lamentablemente Toshiko Okamoto falleció en 2005 sin alcanzar a ver El Mito del Mañana completamente restaurado.

Taro Okamoto. Foto Wikipedia

Shibuya antes que Hiroshima

El productor y periodista radicado en Japón, Gonzalo Robledo, cuenta que conoció a Toshiko Okamoto en 2005 a través de la directora de Promo-Arte. Le hizo una amplia entrevista que fue publicada por la agencia española de noticias EFE uniendo todas las secuencias paso a paso, para que todos pudieran entender de dónde procedía esta obra. Recordando a Toshiko, dijo que “era como una niña. A pesar de sus años y de saber muchas cosas, era muy pura, tenía una gran confianza en la gente, e inspiraba ayudarla”.

Escribir sobre el tema le interesó de inmediato, “era una historia conmovedora, un artista japonés de primera línea reclama su obra perdida en un país latinoamericano”. Además, tenía un gancho, porque El Mito del Mañana es como un eco del Guernica de Picasso, agregó.

Hiroshima y Shibuya se disputaron el mural que finalmente quedó en Shibuya y para Robledo la decision fue acertada. “Hiroshima pudo haber sido el entorno natural de esta obra, pero tiene más mérito para el artista que esté en Shibuya. Todo el mundo va a Hiroshima para ver el Domo, hay placas, hitos, toda la ciudad vive alrededor de este recuerdo y la intención que no suceda otra vez una hecatombe atómica. Pero el público mayoritario llega aquí, a Shibuya. El 90% de los visitantes extranjeros pasa por Shibuya y millones de personas circulan por la zona en las horas punta del tren”.

Robledo que es productor de cine y televisión confesó que la obra particularmente no le gusta. “Me gusta su intención, su pretensión de hacer un Guernica japonés”, manifestó. «La pintura es alegórica, expresionista. Es impresionante por su gran dimensión, unos 30 metros de largo. El Guernica tiene 10 metros y es una obra que intimida. Esta es mucho más agresiva, desde lejos se anuncia sola». (Elsa Inamine/ipcdigital)

Museo de Arte Taro Okamoto
Dirección: Kanagawa-ken, Kawasaki-shi, Tamaku Masukata 7-1-5 Información: 044-900-9898

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