«Abenomics», una revolución monetaria en Japón plagada de interrogantes

Shinzo Abe (foto gobierno de Japón)

Shinzo Abe busca involucrar más al sector privado para impulsar la economía japonesa


Shinzo Abe (foto gobierno de Japón)

Andrés Sánchez Braun / EFE

El plan de reformas impulsado por el primer ministro Shinzo Abe ha logrado dar un vuelco al panorama económico japonés, aunque su verdadera efectividad, así como la solidez de la recuperación nipona, plantean aún muchas incógnitas.

El programa, conocido popularmente como «Abenomics», incluye entre sus tres pilares básicos duplicar, a un ritmo hasta ahora inédito, la base monetaria de Japón de aquí a 2015.


Este agresivo programa de compra de activos, que busca terminar con la deflación y situar de aquí a año y medio la subida de precios en el 2 por ciento interanual, ha disparado la euforia inversora en la Bolsa de Tokio y favorecido la caída del yen.

Desde que el primer ministro formulara su teoría a finales de octubre del año pasado, el índice Nikkei ha escalado más de un 70 por ciento y ha recuperado el nivel alcanzado antes de que la caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008 desembocara en una crisis financiera global.

Esto ha supuesto un buen empujón para el consumo privado, que compone el 60 por ciento del producto interior bruto (PIB) nipón, tal y como pone de relieve el repunte del gasto en productos de lujo en Japón en los últimos tiempos.


La divisa nipona, por su parte, se ha depreciado más de un 30 y un 40 por ciento con respecto al dólar y al euro hasta alcanzar también tipos de cambio pre crisis, lo que ha propiciado un importante incremento de los beneficios de los grandes grupos exportadores del país.

Mientras, la ligera subida de precios de los últimos meses parece alejar el ciclo deflacionario que la tercera economía del mundo ha padecido en los últimos 15 años, al tiempo que el PIB nipón da la impresión de haber retomado la senda del crecimiento.


No obstante, los cimientos sobre los que se ha sustentado hasta ahora ese avance económico son los que subrayan esas dudas que rodean en la actualidad al «Abenomics».

El primero de ellos es el consumo, que ha crecido este año y que probablemente se expanda más hasta marzo.

Lo malo es que a partir del 1 de abril de 2014 la entrada en vigor de una subida del IVA de tres puntos porcentuales puede frenar en seco el gasto de los hogares japoneses.

El segundo factor que ha dado fuelle a la economía nipona es el importante aumento del gasto público (que es a su vez, la segunda «flecha» del «Abenomics»), un grifo que no podrá dejarse abierto de manera indefinida en el país con la peor salud fiscal del mundo desarrollado.

Por otro lado, Japón difícilmente volverá a tener un saldo comercial positivo hasta que Abe y su gabinete no resuelvan la difícil encrucijada energética del país, que ha visto incrementada su dependencia de los hidrocarburos que importa tras el accidente de Fukushima, a raíz del cual ha detenido todos sus reactores atómicos.

Es por eso que Abe, tal y como ha explicado públicamente su entorno, enfocará sus esfuerzos en 2014 en buscar una mayor implicación del sector privado para que este ciclo de subida de precios, de consumo y, en definitiva, de crecimiento económico, resulte más sostenible.

Abe ansía desde hace meses una mayor inversión de capital fijo y subidas salariales que den impulso al consumo doméstico por parte de las grandes empresas, la mayoría de las cuales ha hecho cuantiosas facturaciones este ejercicio gracias al abaratado yen.

Pero casi ninguna ha dado de momento su brazo a torcer, a la espera de que el Gobierno acepte antes recortar una porción del impuesto de sociedades destinada a apoyar la reconstrucción de la región japonesa que devastó el tsunami de 2011.

La tercera «flecha» del «Abenomics», que promete una serie de reformas estructurales en diversos sectores (desde el agrícola hasta el eléctrico), plantea también serias dudas a los analistas.

Abe ha formulado propuestas ambiciosas, aunque algunas de ellas, como la de lograr en unos pocos años una incorporación más plena de la mujer al mercado laboral nipón, uno de los más desiguales del mundo desarrollado, se antojan complejas y carecen hasta ahora de concreción.

Mientras, los avances legislativos para desregular y hacer más competitivos varios sectores clave han sido hasta ahora prácticamente inexistentes y subrayan, según los más críticos, el preocupante anquilosamiento de la clase política japonesa.


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