Hace un tiempo vino una pareja a mi consulta porque la mujer se quejaba mucho de lo “femenino” de su esposo. “Es un buen hombre, nos dá todo pero me gustaría que fuera un poquito más fuerte o sea más macho, es tan bueno que todos lo manipulan fácilmente”.
El esposo de la señora sólo escuchaba, cuando le tocó hablar a mi parecer era todo un hombre, tranquilo, educado, observador y muy sensible, quería lo mejor para su familia y prefería no imponerse y llevar la fiesta en paz.
Parece que ser hombre al menos cultural y socialmente hablando no es fácil. Mientras algunas mujeres piden a gritos mayor comprensión, compasión, afecto y apoyo, otras huyen ante un hombre “demasiado suave”.
Los padres generalmente imponen títulos a los niños desde pequeños. Los hombres son fuertes, valientes, no lloran. Los incitan a ser machos por un lado y al mismo tiempo caballeros. Las mujeres esperan el regreso a casa de un padre, un marido sonriente, alegre y pacífíco. Pero al mismo tiempo seguro de sí mismo, rudo e imponente.
Muchos hombres se sienten confundidos, quieren gritar y no se lo permiten para que no los tilden de agresivos, quieren llorar y no pueden para que no los tilden de “mariquitas”, no debe hablar de sus problemas porque es débil y un hombre nunca se dá por vencido. Este tipo de hombre sufre verdaderamente porque se autoexige exageradamente, ha perdido el derecho a la intimidad y según él debe mostrarse inteligente y poderoso para ser respetado y amado.
El aprender a ser un verdadero hombre signifíca darse permiso de ser débiles, sensibles, miedosos e inútiles, sin que por tal razón se les cuestione. Tienen el derecho a poder hablar sobre lo que sienten y piensan con toda sinceridad. No con esto quiero decir que el hombre fuerte y guerrero debe acabarse sino aprender a seguir siendo fuerte utilizando la potencialidad afectiva que tiene dentro de él mismo, debe aprender a dar rienda suelta a sus sentimientos negativos y positivos.
El problema de los hombres es dar rienda suelta a todo el potencial afectivo con el que cuenta, como si al sentirse desbordado por la emoción se volviera más vulnerable. Así, las criticas llueven, los hombres dudan de su virilidad y las mujeres cuestionan su masculinidad.
Muchos hombres mejorarían su relación de pareja llenando el tanque emocional de sus mujeres con palabras positivas: “estas muy linda hoy”, “te felicito”, “te quiero o te amo”. La excusa masculina es la misma y más entre los japoneses que no tienen constumbre de hacerlo y suelen justificarse: “eso no va conmigo, no me sale, me siento ridículo, mis padres nunca me enseñaron…” Es por eso, sin generalizar, que muchas mujeres casadas con japoneses, saben que el acto sexual es el único momento donde pueden disfrutar del contacto afectivo y sentir la ternura másculina.
Buscar un equilibrio y aprender a liberarse afectivamente demostrando sus emociones es lo que creo que hace a un verdadero hombre.
*La psicóloga Irma Aráuz atiende directamente en el Tel. 090-2553-3307 y en el e-mail consultasairma@live.com.ar