Japón abre sus fronteras obligado por la necesidad de impulsar su economía

Tokio negocia TLC con China, Corea del Sur, UE y EEUU

Javier Picazo Feliú / EFE


Japón, un mercado tradicionalmente proteccionista, ha impulsado el aperturismo de sus fronteras con el inicio de las negociaciones para acuerdos de libre comercio con los principales bloques mundiales, obligado por la necesidad de estimular su economía.

En los últimos meses, Japón ha cambiado de política comercial. Impulsado por el nuevo primer ministro, Shinzo Abe, y la presión para estimular su economía, en permanente letargo, deflación crónica y una deuda pública de más del doble de su PIB, Tokio ha dado los primeros pasos para abrir su sellada frontera.

El inicio de las negociaciones con China y Corea del Sur, la Unión Europea o la entrada en las negociaciones del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), han abierto un nuevo marco para Japón.


«Hay una considerable presión sobre Japón, tanto interna como externa, para que haga algo de cara a estimular su economía», detalló a Efe Kenneth Alan Grossberg, experto en comercio de la Waseda Business School, en Tokio.

El profesor, considera que tras años al borde de la recesión, salvados únicamente por el gran desarrollo de sus exportaciones y su consumo interno, Japón «ya no puede permitirse permanecer de manera obstinada al margen de los acuerdos comerciales con estados cuyo comercio necesita muchísimo».

Con la entrada en el TPP, en el que actualmente participan once países, entre ellos EEUU, México, Perú, Canadá o Australia, Japón espera impulsar su economía en cerca de 3,2 billones de yenes (32.220 millones de dólares), o el 0,66 por ciento de su producto interior bruto (PIB).


Mientras, el acuerdo de libre comercio con la UE, cuyas negociaciones comenzarán este mismo mes en Bruselas, supondría la creación de un bloque comercial que englobaría más de un tercio del PIB mundial y el incremento de las exportaciones europeas al país asiático en cerca de un 30 por ciento.

Además, el acuerdo trilateral entre China, Corea del Sur y Japón, que actualmente ha superado ya la primera ronda de negociaciones, reforzaría un mercado de más de 1.500 millones de personas que acapara cerca del 20 por ciento del PIB global y un 17,5 por ciento del comercio mundial.


«La economía japonesa está pidiendo a gritos salir del constante estado a la baja en el que vaga desde hace una década», remarcó Grossberg.

Otra de las razones por las que Japón necesita apresurarse a cerrar estos grandes acuerdos comerciales y retomar su protagonismo internacional responde al retroceso de dos de las principales históricas industrias del país, la tecnología y la automotriz, detalló a Efe un portavoz de la cancillería nipona.

En estos dos pilares de la economía, la competencia feroz de países como Corea del Sur, con Hyundai y Samsung por bandera, unido al incremento en los gastos de producción están suponiendo un importante quebradero de cabeza y comiendo terreno a Japón.

Uno de los mejores ejemplos, es el antaño prolífico mercado de los televisores, donde la caída global de los precios y la poca rentabilidad de sus divisiones asfixia a gigantes como Sony, Panasonic o Sharp, que pese a todo se resisten a claudicar.

Entre los principales obstáculos con los que contará el archipiélago para firmar acuerdos con los grandes bloques serán los sectores tradicionalmente protegidos y fuertemente subvencionados del país como el agrícola, que se espera se oponga a la entrada de productos más económicos con un mercado liberalizado.

Además, en EEUU ya han alzado la voz sectores como el del automóvil, que considera que la manipulación de Japón de su divisa, sus exenciones fiscales y sus complejos procesos de certificación, provocan una competencia desigual que no permitirá sobrevivir a la industria local.

«Inevitablemente, la agricultura será un punto de fricción, con EEUU en particular», aunque la presión internacional le puede servir a Abe para «forzar algunos de los cambios necesarios en las organizaciones agrícolas» del país, añadió Grossberg.

A pesar de la premura de Japón por abrir sus fronteras, para el profesor «no existe una fórmula mágica que pueda resolver los problemas tan complejos e interrelacionados como tiene Japón», añadió, a pesar de que Abe haya vendido el inicio de las negociaciones como un pilar para afrontar el futuro.

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