Sueña con ser profesor y ayudar a compatriotas sin recursos
Un ejemplo de superación. Rafael Yukio Kusuki, un nikkei brasileño de 20 años, fue admitido en la Universidad de Aichi tras haber vencido grandes dificultades que habrían hundido a otros.
Rafael vive en un albergue para personas sin hogar, donde comparte habitación con un joven más o menos de su edad y un anciano.
The Japan Times narra su historia.
Los padres de Kusuki emigraron de Brasil a la prefectura de Aichi antes de que él naciera. Sin embargo, se divorciaron cuando aún no había iniciado sus estudios en la escuela primaria.
Su vida cambió drásticamente luego de que su madre se casara nuevamente, con un australiano. Rafael ya había culminado sus estudios de secundaria.
Los tres se mudaron a Australia, pero tras vivir año y medio en ese país, Rafael, que no se sentía cómodo con su nueva vida, decidió retornar a Japón.
En Japón lo acogieron su hermano mayor y la esposa de este. El brasileño comenzó a estudiar en la preparatoria, pero la situación se tornó difícil cuando su hermano se quedó sin empleo. Las cosas se agravaron al extremo de que había días en que solo se alimentaban de una sopa de fideos instantáneos.
La relación de Rafael con su hermano se deterioró, razón por cual se fue a vivir con una familia de acogida que conoció en un centro de atención infantil.
Sin embargo, su situación no mejoró. Forzado a trabajar, llegó a tener dos empleos a tiempo parcial (en un restaurante de ramen y una tienda de conveniencia). Como no tenía permiso para estudiar en casa, lo hacía a escondidas cubriéndose con mantas.
Como si no tuviera suficientes problemas, Rafael contrajo una neumonía que lo condujo al hospital, donde fue internado. Cuando fue dado de alta, no volvió a su hogar de acogida, sino al centro de atención infantil.
Rafael fue reubicado en el albergue donde actualmente reside. La asistencia social cubre su manutención y sus estudios.
Sus esfuerzos se vieron recompensados el 8 de marzo, cuando se enteró de que la Universidad de Aichi lo había aceptado.
Los estudios fueron su tabla de salvación. “Solo me sentía liberado de mis problemas cuando estudiaba”, cuenta. “Muchas veces casi me rindo”, confiesa.
Rafael sueña con convertirse en profesor y se está preparando para trabajar como voluntario ayudando a nikkei brasileños que atraviesan por dificultades económicas.
Feliz por su logro, Kusuki pide un deseo: «Espero que Japón pueda llegar a ser una sociedad donde los niños extranjeros de ascendencia japonesa en una situación similar a la mía puedan perseguir sus sueños».