Por Jorge Barraza*
El apabullante y estético 5 a 0 de Colombia, tiene un efecto colateral magnífico, proporciona una moraleja: jugar bien hace feliz a la gente. No es imprescindible haber estado en Barranquilla para imaginar el ambiente festivo, la alegría popular, la felicidad en su estado más genuino. Y no sólo allí, la gente en los bares, en sus casas, en todo territorio colombiano donde hubiera un televisor. Y en miles de hogares colombianos en el exterior.
Todo responde a una verdad indiscutible: ganar entusiasma, jugar bien emociona, da orgullo. La diferencia parece insignificante, pero es abismal. Sólo el fútbol es capaz de generar estados de emoción tan fuertes. Y sobre todo si se juega bien. ¿Qué es jugar bien…? Todo el mundo sabe.
Los estultos acuñaron la desafortunada frase “prefiero jugar mal y ganar”, como si hacer las cosas feas fuera el requisito para alcanzar la victoria, cuando es exactamente al revés. Hasta no hace mucho, Colombia jugaba mal. Y perdía.
Alguna vez la casualidad mete la cola. Pero es una vez. Como pasó con el Chelsea frente al Barcelona. Lo primero que hicieron los directivos ingleses después de ser campeones fue echar al técnico Di Matteo. Por si llegaban a otra final…
El rival no puede ser argumento para bajar los decibeles de la euforia. Bolivia siempre es más o menos lo mismo. El que no es igual es Colombia. Cuando uno juega mal, aunque tenga por delante a esta Bolivia, no hará 5 goles ni dará show ni el público festejará. Incluso tal vez ni gane.
Ya quedó perfectamente claro que era un problema de timonel. La dotación de jugadores colombianos es notable (Jackson Martínez es un sujeto desafortunado, sería titular en la selección de Brasil, Alemania, España o cualquier otra; en Colombia mientras estén Falcao García o Teo Gutiérrez no tiene lugar). Su clasificación al Mundial es un hecho, sólo debe jugar los partidos que le restan. Pekerman le cambió la vida al fútbol colombiano. Aún parecen resonar los cantos xenófobos de siempre: “Que no venga a robar…”, “Tenemos buenos técnicos nacionales…”
* UN GENIO Y 10 AYUDANTES. En menor medida que lo de Colombia, el 3-0 de Argentina a Venezuela también se inscribe en esa línea de buen fútbol, aunque más circunscripto al genio de un jugador (Messi) que de un equipo. Ocurre que Messi es tan genial que deja la impresión de ser él Miguel Ángel, y los demás unos ayudantes que le alcanzan los pinceles. Entonces no queda la misma reconfortante sensación colectiva que dio Colombia, donde Cuadrado aplastó por derecha, Zúñiga por izquierda, Macnelly Torres fue el titiritero, James Rodríguez, Teo y Falcao los fusileros… Pero ganó bien Argentina a un equipo difícil como Venezuela, totalmente cerrado atrás. Y está creciendo el once de Sabella.
* GANÓ SIN JUGAR. Argentina y Colombia van al Mundial. Ecuador, aún con fecha libre, dio un paso importantísimo: de sus tres escoltas, dos perdieron y uno empató. El equipo de Rueda, descansado, posiblemente aproveche el martes el desgaste de Paraguay, que jugó un partido durísimo, intenso, de mucho roce ante Uruguay. La Tricolor lo espera descansada, bien entrenada, sin viajar y en la altura de Quito. No obstante, hay que decir que fue otro Paraguay el que se vio en Montevideo. Recobró su savia esencial: la garra, el empuje, la entrega. Puede llegar cansado, no entregado.
* ¿CELESTE O AZUL OSCURO? Mal Uruguay. Y decayendo. Le quedan 6 partidos, 4 afuera. Hoy es Suárez y diez más. Y tiene problemas defensivos. A Lugano, que siempre fue un hombre pesado, se le empieza a advertir la veteranía. Y hace tiempo que no juega en sus clubes. Estuvo en el París Saint Germain, está en el Málaga. Pero una cosa es estar, otra es jugar. Para peor, llega a Chile con dos bajas importantes: Maxi y Álvaro Pereira, dos laterales-carrileros muy valorados por Tabárez. Es un equipo al que le cuesta jugar de local porque no tiene buena generación de fútbol. De visitante encuentra espacios y eso es negocio para Suárez y Forlán. Puede que los hallen en Chile. Más allá de todo, Suárez está en un momento excepcional y él sólo es capaz de ganar cualquier partido. A no descartarlo.
* EL VALOR DE UN GOL. Nunca un gol dio tantos dividendos ni resultó tan providencial. Fue el de Farfán a Chile. No lo merecía Perú. La Roja había sido un poco más al cabo de la contienda. Pero revirtió todo ese gol postrero. Le cambió el ánimo a todo un país, dejó a Perú en una posición expectante en la tabla. Aprovechó casi al máximo su oportunidad de oro: perdieron Chile y Venezuela, empató Uruguay y se arrimó a los puestos de clasificación. Con dos agregados: ganarle a Chile, por lo que significa el clásico del Pacífico, retempla el espíritu. Y porque pasó con éxito el hecho de jugar sin Paolo Guerrero, su goleador, su alma, su bandera. Pero que no se engañe Perú: debe mejorar muchísimo.
* ¿Y LA GENERACIÓN EXCEPCIONAL?. Chile está aún y pese a todo (perdió sus últimos 4 partidos), en buena posición para luchar por la clasificación. Pero a esta altura queda claro que su mentada “generación excepcional de futbolistas” no existe. No se ve un sólo jugador de verdadera clase en la Roja. Este es un espejismo que engaña en muchas partes. Todos creen tener “una camada excepcional”. El trabajo de los empresarios en materia de imagen y las operaciones mediáticas generan estas distorsiones. El arquero chileno -Bravo- es muy bueno, los demás son comunes. Con todo, Jorge Sampaoli va a mejorar la prestación chilena, sin la menor duda. Ya la potenció en Lima (Perú le ganó de milagro). Pero los puntos perdidos ya no se pueden recuperar. Y lo más inquietante: al renunciar Suazo perdió al goleador.
El saldo que deja la fecha: también en la Eliminatoria se puede jugar bien.
*Ex articulista de El Gráfico y director de la revista Conmebol, (a) International Press.