Nélida Tanaka: Cómo disciplinar a nuestros hijos

Psicóloga Nélida Tanaka

Psicóloga Nélida Tanaka

Por la psicóloga Nélida Tanaka*


 

Diversos estudios han mostrado que el castigo físico como método de disciplina, aunque sea efectivo para detener inmediatamente una mala conducta o desobediencia, da lugar a resentimientos, conductas agresivas, tendencia a esperar factores externos para el control de sus conductas en vez del fortalecimiento de un control autónomo basado en un sano desarrollo moral.

A través de conversaciones con niños y adolescentes en quienes el castigo corporal era el método frecuente para corregirlos, he observado mucho temor, tristeza, sentimientos depresivos y un rencor reprimido. He observado casos de “niños problemas” en el colegio como reacción a una disciplina demasiado rígida en el hogar.


Ciertamente el castigo físico es todavía un método disciplinario bastante común, aunque después de utilizarlo muchas veces nos queda una mala sensación, un remordimiento por el dolor que le causamos, por no haber podido controlarnos.

Preguntémonos cuándo optamos por el uso del castigo físico:

-Cuando queremos detener una conducta que no consideramos buena para su futuro.


-Cuando ha desobedecido las reglas.

-Cuando se ha portado de forma insolente.


-Cuando no podemos controlar la rabia.

A través de estas respuestas vemos que aparte de la intención de disciplinar según lo que los padres consideramos que es correcto, podemos ver que existe el aspecto emocional, nos da rabia que no se comporten según como nosotros queremos.

¿Qué podemos hacer los padres para disciplinar a nuestros hijos? Los especialistas nos hablan de la disciplina positiva, propuesta por Alfred Adler para tratar a los niños con respeto pero cuidando de no consentirlos o sobreprotegerlos. Lo importante es fomentar una autoestima sana y la confianza de que uno puede controlar sus acciones.

En cada hogar hay principios y valores que son básicos, son los pilares guías para dar los fundamentos de conducta.

-Tener reglas claras, simples y concisas, apropiadas a la edad del niño.

-Ser consistente con las reglas que se impusieron.

-Decidir reglas en base a un intercambio de ideas, tomar en cuenta las opiniones de los hijos y en lo posible, dejar que ellos puedan decidir, ellos cumplen más lo que ellos mismos eligieron que lo que es impuesto unilateralmente por parte de los padres.

-Tener el espacio para considerar excepciones según las circunstancias, que ellos tengan la oportunidad de explicar por qué desean la excepción.

-Enfocar y reconocer lo positivo, alabar cuando el niño haya cumplido con su promesa, cuando haya seguido la regla. Es mucho más efectivo cuando uno habla en sentido positivo que cuando uno lo hace en sentido negativo, “No…….”, “no………”.

-En caso de que las reglas se hayan roto, considerar de antemano sanciones que correspondan a la falta cometida por el niño, de tal modo que le sea importante al niño cumplir la regla para no recibir la sanción. Para los padres es primordial ser consistentes con las sanciones.

Por otro lado, cuando son nuestras emociones las difíciles de controlar y nos dan ganas de darles una paliza, es nuestra tarea el poder controlarnos, para eso:

-Respire profundamente.

-Cuente hasta 10 o hasta 20 si es necesario para controlar el impulso de saltar al ataque.

Una vez que nos hayamos calmado un poco, pensar cómo debemos reaccionar, muchas veces son ellos los que se arrepienten y se disculpan, los que dan la explicación, los que sienten que los padres se han controlado por ellos.

De todos modos, el optar por otros métodos de disciplina no significa consentirlos ni sobreprotegerlos, sino más bien, hacerlos responsables de sus acciones.

*Psicóloga clínica, contacte con ella llamando al 090-2245-4021 o por correo electrónico: consultas@hotmail.co.jp

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