Gobierno japonés aprueba nueva política energética
El Gobierno de Japón estableció el viernes la meta de abandonar la energía nuclear para la década de 2030, en un importante giro de su política energética en pleno debate sobre la seguridad de las centrales a raíz del accidente en Fukushima.
Se trata de la primera ocasión en que la tercera economía mundial, que antes de la crisis nuclear obtenía casi un 30 % de su energía de las centrales atómicas, se marca el objetivo de lograr el apagón nuclear total en un futuro.
La decisión se tomó en una reunión ministerial que dio el visto bueno a una nueva política energética que pasa por no construir más reactores y reabrir solo aquellos que pasen estrictos controles de seguridad, antes de eliminar totalmente este tipo de energía.
También se aplicará estrictamente la normativa que limita la vida operativa de los reactores nucleares a 40 años, según el contenido del nuevo plan, difundido por la agencia Kyodo.
El accidente desatado por el tsunami de marzo de 2011 en la planta de Fukushima, el más grave en una central nuclear desde el de Chernóbil en 1986, llevó a paralizar gradualmente todos los reactores de Japón, bien por seguridad o bien por revisiones rutinarias.
Desde entonces solo dos han sido reabiertos, lo que obliga al archipiélago a mantener un intenso ritmo en sus centrales térmicas e incrementar, para ello, sus importaciones de hidrocarburos, lo que está pasando una seria factura en su balanza comercial.
El Gobierno ha reconocido que será necesario que «por el momento» continúe este aumento de energía térmica para cubrir la demanda, aunque también pone acento en las energías renovables, que pretende triplicar para 2030.
Pero, en este contexto, admite que la reducción de la energía nuclear en los próximos años tendrá repercusión en el plan medioambiental del Gobierno: Japón se había marcado el objetivo de reducir sus emisiones de CO2 para 2020 en un 25 % respecto a las de 2010, algo que ahora no se perfila viable.
Así, el plan aprobado apunta a que la reducción será solo del 20 % y para 2030, según la edición digital del diario Nikkei.
Pese a su plan de eliminar la energía nuclear, Japón continuaría albergando instalaciones para procesar residuos nucleares como la que posee en Rokkasho, en la provincia septentrional de Aomori, que recibe periódicamente desechos altamente radiactivos de países como el Reino Unido.
El objetivo del Gobierno nipón de lograr el apagón nuclear fue recibido con «cautela» por organizaciones como Greenpeace, que indicó que los 18 años que faltan hasta 2030 son aún «demasiados» para mantener la «amenaza a la seguridad pública» que suponen las centrales atómicas.
Aunque actualmente mantiene la mayoría paralizados, Japón es el tercer país del mundo con más reactores nucleares comerciales, solo por detrás de EEUU y Francia.
El debate sobre la seguridad de las instalaciones atómicas se desencadenó en Japón a raíz del desastre en la planta de Fukushima Daiichi, donde todavía más de 52.000 personas permanecen desplazadas de sus hogares a causa de la elevada radiactividad.
Desde la catástrofe el movimiento antinuclear ha ganado en presencia y la mayoría de los ciudadanos, según varias encuestas, prefiere mantener las centrales cerradas, pero buena parte del sector industrial critica el coste que ello supondrá para el importante tejido empresarial del país.
Según un estudio del Gobierno publicado a primeros de mes, Japón necesitaría invertir al menos 50 billones de yenes (unos 495.000 millones de euros) en energías renovables para 2030 en caso si pretende eliminar totalmente las centrales atómicas del país.
El mismo informe apuntaba a que, en caso de terminar con las nucleares, la factura eléctrica de los hogares casi se duplicaría para 2030 y sería necesario aumentar la generación de energía renovable de los 106.000 millones de kilovatios hora (kWh) de 2010 hasta 350.000 millones de kWh en 2030. (EFE)