La UEFA hace justicia con el centrocampista español
Álex Santos / EFE
Nunca un premio individual de fútbol ha contado con tanta aceptación en la Liga como el que ha recaído esta tarde en el barcelonista Andrés Iniesta, elegido en la gala del sorteo de la próxima Liga de Campeones como el mejor jugador de Europa en la pasada temporada.
Andrés Iniesta, un símbolo del barcelonismo y de la Masía, comparte este sello de identidad con los galones que se ha ganado a pulso en la selección española después de haberse hecho imprescindible junto a Xavi, Casillas, Puyol o Ramos, y por el tanto en Suráfrica que le valió a España el mundial.
Ganador con la ‘roja’ de la pasada Eurocopa, y con una trayectoria envidiable de títulos con el Barcelona en los últimos años, estaba cantado que un día Iniesta o Xavi, que han vivido a la sombra de Messi en los premios individuales, saldrían elegidos uno u otro como mejor jugador de Europa en la gala de la UEFA, o del mundo en la de la FIFA.
Esta vez le ha tocado al manchego, para quien muchos aficionados barcelonistas y de toda España representa la belleza del fútbol, expresada con sencillez y honestidad.
Un día Josep Guardiola le entregó un premio siendo Iniesta aún un diamante en bruto de la Masía y, poco después, el que acabó siendo uno de los grandes entrenadores del Barça proclamó que el manchego acabaría retirándoles a él y a Xavi en el club catalán.
A pesar del momento único que vive Iniesta (Fuentealbilla, Albacete, 11 de mayo de 1984), el centrocampista del Barça no ha tenido un ascenso explosivo como otro de los grandes de la Masía, el argentino Messi, quien junto a Cristiano Ronaldo, hoy también era candidato al premio que ha alcanzado el español.
En un segundo plano, Iniesta fue aceptando minutos con cuantos técnicos le han dirigido. Incluso se resignó a un banquillo que en el Camp Nou nunca se entendió. Iniesta, prudente y silencioso, nunca tuvo una mala palabra ni un mal gesto. Esta condición, y sus aptitudes en el campo, calaron hondo desde el principio en el barcelonista, y después en la selección, donde se ha convertido en un ídolo.
Junto a Xavi en el centro del campo o en la banda izquierda como extremo, intentando desbordar para unas condiciones que parecía que no estaba llamado, Iniesta se ha convertido en un futbolista que rara vez baja del notable en los partidos en que participa.
A pesar de los cientos de jugadas y regates, de pases sensacionales y de una visión de juego envidiable, han sido dos goles, no obstante, los que siguen retenidos en la mente del aficionado. En el Barça, su tanto en el tiempo de añadido contra el Chelsea, que dio el pase a la final de la Liga de Campeones, con la que el equipo catalán inició en el 2009 la época más dorada de su historia.
Y después, el 11 de julio de 2010, cuando Andrés Iniesta se subió al altar del balompié cuando en la final de la Copa del Mundo de Suráfrica marcó el gol que le dio el título a España.
Aunque ya era visible y notorio entre los grandes de este deporte, aquel tanto lo situó junto a los elegidos para la gloria eterna. Un nuevo título este verano con España en la Europa ha impulsado a los votantes del premio de mejor jugador de la pasada temporada en el viejo continente a que un español debía de llevarse la gloria, a pesar de tener como oponentes a los dos más grandes: Messi y Cristiano.
El fútbol clama un «¡Por fin!» que un jugador español sea elegido como mejor futbolista del continente.
Con este honor a Iniesta, la UEFA en cierta forma viene a lanzar un doble reconocimiento al Barcelona y a la selección española, por si en anteriores galardones la supremacía de Messi pudiese haber generado algún agravio.
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