Por Nélida Tanaka*
El Consejo de Ministros en el Perú aprobó la ley que prohíbe el maltrato físico y psicológico de niños y adolescentes el 22 de marzo del 2012. Ana Jara, ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, indicó que la aplicación de la ley no significaría que los padres no puedan corregir a sus hijos, sin embargo, medidas correctivas que dañan la integridad física y psicológica de los menores han sido prohibidas tanto en el hogar como en la escuela y en otros ámbitos. (Lea: Reglamento de la Ley N° 30403, Ley que prohíbe el uso del castigo físico y humillante contra los niños, niñas y adolescentes en Perú)
Con esta acción, Perú se une a Uruguay, Venezuela, Costa Rica y a Brasil, que promulgó la ley en diciembre del 2011. Así, aumenta el número de países latinoamericanos que tienen vigente la ley de prevención del maltrato infantil a la par de los países europeos, así como Estados Unidos, Australia y Japón.
«Save the Children International», una ONG dedicada a promover los derechos de los niños, señala que: «El castigo físico y psicológico es el uso de la fuerza física con el fin de causar cierto grado de dolor para imponer disciplina, corrección, control o modificar la conducta, en la creencia de que es en beneficio de la educación/crianza de los niños.» (2008)
La reacción de la gente con respecto a esta ley es variada. Hay muchos que dudan que sea posible controlar a los niños sin utilizar el castigo físico. Ciertamente esta forma de disciplina inhibiendo comportamientos no deseados a través del miedo de recibir «una paliza» es bastante común y se ha transmitido por generaciones. Es la forma en la que muchos han sido disciplinados en la infancia.
¿Por qué ahora la tendencia mundial es prohibir el castigo físico y/o psicológico de los niños? Estudios que se realizan sobre este tipo de disciplina indican influencias negativas en el desarrollo sano de los niños.
El castigo físico podrá inhibir comportamientos no deseados inmediatamente, pero no crea responsabilidad sobre los actos, siendo tan solo el miedo lo que los inhibe. Para que la disciplina realmente pueda ser efectiva y alimente una autodisciplina sana, se debe fomentar un control interno estableciendo límites consistentes con firmeza. La inhibición forzada da lugar a resentimiento y rencores, a acciones de venganza directas o indirectas por el dolor recibido.
Por otro lado, los castigos físicos también pueden dar lugar a una autoestima baja y falta de confianza en sí mismo, o provocar un estado de depresión, teniendo influencias negativas que perduran a lo largo de la vida.
La persona que suele utilizar la violencia para controlar a un menor se justifica porque es la forma de disciplinar que aprendió de sus padres y se perpetúa a través de generaciones.
Si no queremos que nuestros hijos sean agresivos debemos tener presente que son nuestras acciones las que transmiten el mensaje más directo.
La aplicación de esta ley que prohíbe el maltrato físico y/o psicológico a un menor tal vez dará lugar a confusión a muchos padres que se acostumbraron a este tipo de disciplina, sin embargo, existen modos más efectivos a largo plazo. Eduquemos a nuestros hijos para que puedan ser independientes, con un control sano y autónomo de sus acciones. En la próxima columna, veremos cómo disciplinar a la siguiente generación sin usar el castigo físico.
(*) MScs. Nélida Tanaka, psicóloga clínica radicada en Japón. Es columnista de International Press desde 1999. Escríbale a: consultas@hotmail.com