Jorge Barraza: «Bienvenida tecnología»

Jorge Barraza

Por Jorge Barraza*

La tozudez no es una virtud, más bien lo contrario. Y finalmente, después de tantas avalanchas de reclamos y críticas, la FIFA ha decidido aceptar el uso de la tecnología en el fútbol, lo cual no es otra cosa que un baño de sensatez, de mínimo sentido común.


Negarse a las ventajas que ofrece la tecnología en la era tecnológica más que erróneo es obtuso. Y además, ¿para defender qué… una injusticia…? El mundo sabe que el gol de Rooney ante Alemania fue gol. Hablamos de Sudáfrica 2010. ¿Cuál es la ventaja de suscribir el garrafal error del juez de línea…? No vemos nobleza en persistir en una falla. “Sabemos que fue gol, pero mantendremos a rajatabla el fallo del juez”. ¿Para qué…?  Probablemente no exista una posición más absurda en ningún otro rubro. Es la más necia de las lealtades.

Las razones que siempre se han esgrimido es que el error es parte del folclore del fútbol. Supuestamente es algo que hace bien. Si esto fuera tan bueno, le dirían a los jueces “anúlate un par de goles válidos, así todo el mundo habla”. Otra es que la esencia del juego es muy humana y la tecnología no. Si un chip o una cámara de video ayudan a evitar una injusticia, ¿por qué oponerse…? ¿Existe algo con menos humanidad que la injusticia…? La policía científica usa métodos avanzadísimos para esclarecer crímenes. ¿A quién se le ocurriría que es inhumano utilizarlos para atrapar a un asesino?

Cuando decimos que se “ha decidido aceptar el uso de la tecnología en el fútbol”, en rigor es incorrecto. Lo que decidió es permitirlo como ayuda arbitral, pues en todo lo demás la tecnología ya está presente. La FIFA se ufana de aplicar o buscar la máxima tecnología en las comunicaciones, en los estadios, en la seguridad, en todo lo referente a infraestructura u organización, pero la prohíbe en el juego, que es lo más importante del deporte.


Desde hace décadas la madre del fútbol pone al arbitraje en el centro de sus preocupaciones y objetivos. Destina millones de dólares a la capacitación de los jueces, en entrenamiento, cursos, preparación psicológica, etc. Luego les priva de ayudarlos mediante soluciones técnicas. Los desampara. Pero, tras el partido, la Comisión Arbitral analiza la actuación de los jueces mediante el vídeo. Ahí le dicen “acertaste en esto, te equivocaste en aquello”.

Igual, la aprobación de un chip o un “Ojo de Halcón” que determine si una pelota entró al arco o no, es de utilidad mínima. Ese tipo de jugadas se dan una, dos, acaso tres veces por año. Nada cambiará por aceptar ese chip. Sí es bienvenida su aprobación en tanto signifique una auténtica apertura hacia la ciencia como factor de ayuda para mejorar los arbitrajes.

De haberse recurrido a la cámara de video, al Mundial hubiese ido Irlanda y no Francia. Todos lo recordamos: Henry paró el balón con la mano, luego lo acomodó para pegarle y sirvió el gol a Gallas. Fue chocante. Un país eliminado de un Mundial porque un rival tuvo una acción a todas luces deshonesta. Hay decenas a los largo de la historia, el gol de Maradona con la mano ante Inglaterra en México ’86, goles en claro offside que se convalidaron, otros legales que se anularon.


A quienes están de acuerdo en no aplicar la tecnología en esta área referil habría que preguntarle: si la selección de su país pierde la final del mundo por un gol que no fue, ¿pensarían lo mismo?
 
Las autoridades del fútbol y especialmente el International Board son ciertamente conservadores en cuanto a los cambios reglamentarios. Y está bien que lo sean: hay pocas cosas más perfectas en este juego que sus reglas.  De lo que se habla es de su aplicación correcta. Del acierto en los fallos.
 
¿En qué se perjudicó el tenis por incorporar el Ojo de Halcón…? ¿Perdió su esencia…? No, mejoró notablemente. Terminó con discusiones que lo único que lograban era desconcentrar o enervar a los jugadores. ¿Y el Video Ref en el rugby…? Ha sido una medida histórica. En 45 o 60 segundos un juez ubicado en una cabinita a un costado dilucida a través de las cámaras si una jugada fue try o no. El partido sigue normalmente y nadie queda enfurecido o con la sensación de que lo robaron. El ojo humano puede fallar, la televisión no.
 
La aplicación de instrumentos técnicos para ayudar al árbitro tiene que ir más allá. Utilizarse para una jugada polémica de offside o de penal. Para ello, el juez, si tiene dudas, podría pedir Video Ref y un juez de cámara le dirá lo que fue. Naturalmente, el partido no debería detenerse más de un minuto. Y los técnicos de cada equipo podrían pedir video ref una o dos veces en un partido, no más.
 
Para proponer la modificación de una regla o, como este caso, el uso de la ciencia aplicada al referato, hay que tener argumentos. Para oponerse, también. No es cuestión de usar latiguillos: “Desnaturaliza”. Ni el chip del gol ni el Video Ref desnaturalizan nada.
 
El fútbol se dio cuenta de que había tocado fondo tras el Mundial de Italia ’90. Triunfaban las demoras, las brusquedades, el engaño. Era el reino del 0 a 0, del 1 a 0 y del “te muelo a patadas”. Todas las mutaciones reglamentarias aprobadas a partir de allí fueron excelentes, el fútbol se adecentó y se extinguió la especulación. Muchos arqueros se quejaron en aquel momento por no poder tomar con la mano un pase atrás de un compañero. Hoy son expertos en jugar con los pies. Mejoraron a la fuerza.
 
La aprobación de la tecnología en la raya del arco va más allá del chip del gol, es un cambio doctrinario. Y el permiso de entrada para todo lo demás.
 
*Ex articulista de El Gráfico y director de la revista Conmebol, (a) International Press.

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