Jefe de planta de Fukushima: retirar el combustible nuclear es el mayor reto

El accidente en Fukushima puso sobre la mesa el futuro de la energía nuclear en Japón

Proceso podría tomar hasta 25 años


Retirar el combustible nuclear de los reactores de Fukushima es actualmente el principal reto en la planta tras haber logrado la «parada fría» a finales del año pasado, según declaró el jefe de la central, Takeshi Takahashi, a un grupo de periodistas.

«Es un problema muy complicado desde el punto de vista técnico, pero queremos afrontarlo paso por paso», afirmó Takahashi, según el informe de los reporteros que, enfundados en trajes protectores, pudieron visitar durante cuatro horas la maltrecha planta, que sufrió graves daños en el tsunami que siguió al terremoto de marzo de 2011.


Según el plan presentado por TEPCO a finales de 2011, en dos años se prevé retirar el combustible de las piscinas de almacenamiento, mientras que sacar el combustible fundido del interior de los reactores 1, 2 y 3 podría llevar unos 25 años.

Con aspecto muy cansado, el actual responsable de Fukushima Daiichi indicó que su labor ahora es garantizar que los reactores 1 a 4 de la central, dañados por el devastador tsunami, se mantengan estables y que la planta no emita filtraciones radiactivas.

«Intentaremos que la gente pueda volver a sus casas lo antes posible», añadió Takahashi, que sustituyó en diciembre al hasta entonces jefe de la planta, Masao Yoshida, después de que éste dejara su puesto por motivos de salud.


En la central, donde en todo momento trabajan unas 3.000 personas, los niveles de radiación van desde los 15 microsievert en la entrada principal hasta los 1.500 frente al reactor 3, según comprobaron los periodistas.

Se trata del nivel más elevado de entre los reactores dañados por la devastadora masa de agua, ya que en el 1 y el 2 la radiactividad era ayer de 100 y 300 microsievert, respectivamente.


Cerca de las unidades aparecían un centenar de contenedores para guardar agua contaminada, cada uno con capacidad para 1.000 toneladas, mientras que las conducciones para reciclar el líquido se veían rodeadas de tierra y arcilla para evitar fugas al mar.

Para Yasuki Hibi, ingeniero que gestiona un equipo de 50 personas dedicado a la retirada de escombros, las condiciones de trabajo en la planta han mejorado, pero aún deben limitarse los turnos a tres horas diarias para reducir la exposición.

«Todavía es muy peligroso para los trabajadores entrar en el reactor 3», señaló Hibi, en relación a la unidad que muestra más daños y que tras el accidente quedó como un amasijo de hierros sin techo. (EFE)


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