Preocupa impredecible situación en régimen comunista, que tiene capacidad nuclear
Japón y Corea del Sur cerraron filas y sellaron su alianza con Estados Unidos ante la incertidumbre sobre el futuro del régimen comunista de Corea del Norte tras la muerte de Kim Jong-il y los nuevos interrogantes sobre la seguridad en la región.
Las dudas sembradas por la muerte de Kim, acerca de la estabilidad del impredecible y hermético Estado comunista con capacidad nuclear, llevaron a las cancillerías y fuerzas de defensa de Seúl, Tokio y Washington a estrechar la cooperación para intentar no perder detalle de lo que sucede en Corea del Norte.
Japón, uno de los actores fundamentales en la estabilidad de la península coreana, mantuvo a sus servicios de inteligencia a pleno rendimiento y prosiguió las rondas de contactos a nivel diplomático.
Fuentes del Ministerio de Defensa nipón aseguraron a Efe que la recolección de información se ha redoblado, pese a que las Fuerzas de Autodefensa no han elevado su nivel la alerta ni han detectado movimientos irregulares en las tropas norcoreanas tras conocerse la muerte del dictador.
Japón habilitó a raíz del anuncio norcoreano una agencia de seguridad específica que vigila enclaves importantes del país.
A pie de calle, la noticia de la desaparición de Kim Jong-il aún produce cierta intranquilidad en un país que también ha sido blanco de las provocaciones del régimen comunista en los últimos años, como cuando un cohete norcoreano de largo alcance con capacidad para portar un misil sobrevoló en 2009 territorio japonés.
A primera hora de la mañana del martes el primer ministro nipón, Yoshihiko Noda, y el presidente estadounidense, Barack Obama, acordaron por teléfono fortalecer su alianza, al tiempo que la primera potencia mundial subrayó su compromiso con la defensa de sus aliados más cercanos, entre los que se encuentran Japón y Corea del Sur.
Tras acercar posturas con Seúl y Washington, Noda viajará la semana próxima a Pekín, el mayor aliado de Pyongyang, en donde espera reforzar el entendimiento con la segunda economía mundial en beneficio de la estabilidad de Asia Oriental.
A su vez, el ministro de Defensa surcoreano, Kim Kwan-jin, y el secretario de Defensa estadounidense, Leon Panetta, acordaron por teléfono mantener una postura defensiva fuerte con respecto a Pyongyang.
También Jung Seung-jo y Martin Dempsey, máximos responsables de los ejércitos surcoreano y estadounidense, que incrementaron el lunes la vigilancia y el número de efectivos desplegados en la frontera intercoreana, pactaron garantizar una respuesta militar rápida y contundente en caso necesario.
El refuerzo de la seguridad no ha evitado las críticas a los servicios de Inteligencia de Corea del Sur, a los que el anuncio de la muerte del líder norcoreano a causa de un ataque cardíaco el sábado tomó por sorpresa cuando fue divulgada dos días después.
Todos los puertos y aeropuertos del Corea del Sur reforzaron también sus medidas de seguridad y duplicaron los registros de envíos, mercancías y buques directa o indirectamente relacionados con países en los que existan grupos terroristas reconocidos, informó la agencia local Yonhap.
Por contra, los ciudadanos surcoreanos, igual que los japoneses, reaccionaron con total normalidad sin alterar sus rutinas mientras la muerte de Kim ocupaba todas las portadas.
Las dos Coreas se encuentran técnicamente en guerra después de que el conflicto que las enfrentó (1950-1953) concluyera con un armisticio en lugar de un Tratado De Paz, mientras que EEUU, que tomó parte por Seúl en la contienda, mantiene 28.000 efectivos militares al sur del paralelo 38. (Andrés Sánchez Braun / EFE)
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