Marisco y muchas agallas para resucitar un pueblo arrasado por el tsunami

Oh! Guts!

Ogatsu, una villa pesquera que se reconstruye gracias a emprendimiento empresarial


Oh! Guts!


Hace poco más de nueve meses que el tsunami se tragó literalmente la localidad de Ogatsu, una villa pesquera en el noreste de Japón, donde ahora una pequeña aventura empresarial busca reinventar la industria local y resucitar el pueblo.

La sociedad, fundada el pasado agosto, ha retomado el cultivo de ostras, vieiras o ascidias, actividad por la que la zona era famosa antes del desastre gracias a que se enmarca al final de una angosta y sinuosa bahía de aguas tranquilas.

Ese sosiego quedó roto por el terremoto del 11 de marzo y el posterior tsunami, que devoró el pueblo media hora después.


Hiromitsu Itoh, pescador de Ogatsu y uno de los fundadores de la empresa, recuerda el sonido que presagiaba la llegada del agua: «¡Kas,kas,kas! Era como un desprendimiento de rocas», dice.

Itoh explica que, al estar el pueblo al fondo de la bahía y completamente rodeado de monte, el efecto del tsunami fue como el de una bañera que se llena a gran velocidad.

Por fortuna, la mayoría de vecinos, gente curtida en el mar, supo lo que se avecinaba y corrió a refugiarse a los cerros, desde donde vieron cómo el mar engullía su pueblo y regurgitaba después lo poco que queda hoy en pie.


Itoh y Takashi Tachibana, el otro socio fundador de la empresa, explican con asombrosa entereza los efectos del desastre frente al colegio de secundaria de Ogatsu, cuyos tres pisos, que suman unos 18 metros de altura, quedaron cubiertos por el agua.

En marzo, Tachibana vino desde Tokio como voluntario a Ogatsu, donde conoció a Itoh y al director de este colegio, cuya entrega durante la tragedia (el hombre no durmió un solo minuto hasta que, días después, hubo depositado a todos los niños de vuelta con sus familiares) le infundió el deseo de devolver la vida a este lugar.


Tachibana dejó la capital y se mudó al pueblo, donde ya sólo quedan 1.000 de sus 4.300 habitantes, puesto que la mayoría se trasladó después de que el tsunami acabara con la vida de 200 vecinos.

Con los conocimientos adquiridos a lo largo de su dilatada experiencia en la industria alimentaria, y al ver que la tragedia había hecho estragos en el modo de vida local -solo 10 de 300 barcos sobrevivieron-, Tachibana decidió regenerar, con Itoh y otros ocho pescadores y voluntarios, la actividad pesquera de Ogatsu.

Sin embargo, Itoh llevaba años cuestionando la estructura de la industria local, que básicamente consistía en vender a intermediarios los productos cultivados en el mar a precios muy bajos.

Es así como concibieron su nuevo modelo de negocio y lo bautizaron con un nombre que resume el espíritu de su iniciativa: Oh! Guts!, que fonéticamente suena como la pronunciación japonesa del nombre del pueblo y además significa «¡Oh! ¡Agallas!» en inglés.

La idea consiste en cultivar, procesar y vender los productos directamente a mayoristas y minoristas, y también a los accionistas, ya que la empresa se configuró como sociedad anónima.

Cada beneficiario puede adquirir una participación por 10.000 yenes (unos 98 euros) que le permite obtener el producto directamente y también participar, siempre que quiera, en las actividades de cultivo, algo pensado para impulsar el «turismo de pesca».

Todo esto les permite vender el género a mejor precio, obtener beneficios de la distribución directa y ofrecer producto fresco directamente al consumidor, algo que, según Itoh y Tachibana, a la larga puede ayudar a crear una «marca» reconocida fuera y dentro de Japón.

La sociedad ya tiene más de 1.500 accionistas, incluyendo varios extranjeros que viven fuera de Japón, y su objetivo es alcanzar los 50.000 en un periodo de tres a cinco años, lo que les permitiría criar ostras, vieiras, salmones y ascidias.

«La Administración nos subvencionará el 70 por ciento del equipamiento perdido en la tragedia, pero lo malo es que, después de los meses que le ha llevado al Gobierno elaborar los presupuestos extraordinarios de reconstrucción, resulta que el dinero tardará en llegar dos años», critica Itoh.

«El ritmo de reconstrucción es lento, así que tienes que actuar, liderar la situación para que el Gobierno luego te siga», añade Tachibana.

La meta de Oh! Guts! es también crear un nuevo «kizuna» (término nipón para definir el vínculo colectivo), al entender la reconstrucción como una oportunidad para cimentar una comunidad que, a juicio de Itoh, estaba destinada a desaparecer incluso sin el tsunami, dado el progresivo abandono del entorno rural japonés.

Ahí es donde entra el programa de formación de tres años que acaban de lanzar para lograr que futuros pescadores se instalen en Ogatsu, y devuelvan la vida a este remoto y apacible rincón de la costa nororiental de Japón. (Andrés Sánchez Braun / EFE)


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