19 selecciones europeas, 7 sudamericanas, 3 asiáticas, 2 africanas, apenas 1 de Concacaf y ninguna de Oceanía. El Ránking ha merecido críticas continuas, pero si se lo sigue con atención se verá que es perfecto.
Por Jorge Barraza*
¿Cómo sería un Mundial con 19 selecciones europeas, 7 sudamericanas, 3 asiáticas, 2 africanas, apenas 1 de Concacaf y ninguna de Oceanía…?
En principio, parecería una distribución disparatada, desbalanceada, antidemocrática de las plazas. ¿Diecinueve europeos y apenas dos africanos cuando ambos continentes tienen casi la misma cantidad de afiliados (53 y 52 respectivamente)…? ¡Vamos…! ¿Siete sudamericanos, que tienen 10 asociaciones, y sólo uno de Concacaf, que reúne a 35…? ¡Epa, qué es eso…!
Sin duda suena como algo totalmente desproporcionado e injusto. Sí, sentimental y políticamente puede verse como un reparto sin equidad. Todos los hinchas del planeta quieren estar representados en el Mundial y merecen mejores oportunidades. Pero, ¿de dónde surge ese hipotético Mundial con 19 europeos y 7 sudamericanos…? De una valoración estrictamente deportiva: el Ránking Mundial de la FIFA. Hoy, dentro de los 32 primeros lugares del escalafón (número de equipos que disputan el máximo torneo), figuran:
– España (1°), Holanda (2°), Alemania (3°), Italia (6°), Inglaterra (7°), Grecia (6°), Portugal (8°), Dinamarca (10°), Croacia (12°), Rusia (13°), Suecia (14°), Francia (15°), Suiza (18°), Bosnia (21°), Serbia (23°), Noruega (24°), Irlanda (25°), Turquía (26°), Eslovenia (27°)
– Uruguay (4°), Brasil (5°), Argentina (10°), Chile (16°), Paraguay (28°), Colombia (30°), Perú (32°)
– Japón (17°), Australia (20°), Corea del Sur (31°)
– Costa de Marfil (19°), Egipto (29°)
– México (22°)Desde su implantación en agosto de 1993, el Ránking ha merecido críticas continuas y hasta burlas, pero si se lo sigue con atención se verá que es perfecto. Está científicamente comprobado. Cada actuación tiene un valor específico, la regla de cálculo rige para todos igual. Tanto por victoria, tanto por derrota o empate. Tanto por vencer al último o tanto más por derrotar al primero. El que gana, sube; el que anda mal, comienza a caer. Lo único que el Ránking no puede premiar con puntos es la belleza del juego. Todo lo demás, sí.
Al principio pudo mostrar ciertos desajustes porque se dio un valor relativo a cada selección, y en los dos primeros años de competencia los resultados podían desmentir esa valoración. De modo que podía hablarse de “calidad aparente”. Pero con la marcha los bultos se acomodan sólos. Y cuando se acerca a sus veinte años de vigencia, el Ránking es una radiografía real del fútbol mundial.
Esto no significa que, en una buena tarde, el número 62 no pueda vencer al quinto. El factor sorpresa es intrínseco del fútbol. Y ojalá no desaparezca nunca. El batacazo es una de las razones de su popularidad, de su belleza.
En un momento en que a nivel universal el fútbol muestra como rasgo saliente la paridad, es significativo cómo Europa y Sudamérica se han despegado del resto. Es altamente meritorio porque debiera ocurrir al revés, que las otras regiones se acerquen.
Como en todos los órdenes de la vida, el que lidera tiene menos margen de evolución que el va detrás. El atleta que corre 100 metros en 10 segundos, con enorme esfuerzo podría bajar a 9. El que los corre en 15 segundos tiene una brecha mayor para seguir evolucionando. Por eso, lo usual es escuchar que el recordista “se estancó”, que el otro lo superará, pero no es así. Hay un techo para todas las competiciones.
Era lógico pensar que alguna vez Japón crecería. Con una liga fuerte económicamente, con cientos de futbolistas y entrenadores importados, gracias a una preparación cada vez más exigente, resultaba esperable que un día venciera a Argentina o Brasil o Italia. Es un mérito. También es una virtud de los grandes mantenerse arriba durante casi un siglo.
La mejor prueba de que el Ránking es dinámico la ofrece Perú, que en sus tiempos malos supo estar rondando el puesto 100. Hoy está en el 32, reflejo de su buena actualidad. Francia, que llegó a encabezar la tabla, ahora es un discreto 15°. Estados Unidos, que supo ser 4°, en este momento es 34°.
El Ránking muestra que el fenomenal avance de los africanos no es tan fenomenal. Ni siquiera es avance. Que los 5,5 cupos de Sudamérica están más que justificados. Que la media plaza otorgada a Oceanía es demasiado premio (la mejor de las 11 selecciones oceánicas es Nueva Zelanda, y ocupa el puesto 105; sin embargo, tiene medio viaje seguro al Mundial).
Que hay un renacer de los países balcánicos, siempre tan futboleros; Croacia, Bosnia, Serbia y Eslovenia están en zona de Mundial. Que los dos grandes de África (Nigeria y Camerún) han perdido protagonismo. Uno es 44° y el otro 47°.
Y que a 35 años de la universalización del juego emprendida por Havelange, el polo Europa-América del Sur sigue manteniendo su vigencia.
Hace quince años, la mayoría de los periodistas se preguntaba “¿Pero quién hace ese Ranking de la FIFA…?”. Los resultados lo hacen. Y cada tanto, mirar el Ránking aclara el panorama.
*Ex articulista de El Gráfico y director de la revista Conmebol, (a) International Press.
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