«La mitad de mi cuerpo se quemó por la bomba atómica. Dijeron que no iba a sobrevivir. Y sin embargo, viví, y ahora estoy feliz de pensar que estoy ayudando a otros».
Hidetaka Komine tenía 4 años cuando una bomba atómica cayó sobre su ciudad, Nagasaki. Cicatrices queloides cubrieron su abdomen y ambos pies. Durante su infancia, para caminar tenía que arrastrar su pie derecho. Los demás niños se burlaban de él llamándolo «pie podrido».
Luego Komine –cuya historia relata Mainichi Shimbun– se sometió a una cirugía y pudo caminar con normalidad.
A los 24 años trató de suicidarse. El padre de la mujer con la que tenía planeado casarse le había dicho que se alejara de ella tras enterarse de que Komine había estado expuesto a la bomba.
Afortunadamente, fracasó. Siguió con su vida, pero ocultando que era un sobreviviente a la bomba atómica por temor a la discriminación.
Más adelante, volvió a unir su vida con la de la mujer cuyo padre había intentado espantarlo. Se casó con ella y tuvieron tres hijos. Finalmente, se divorciaron.
La vida de Komine cambió cuando era ya un adulto cuarentón. Se unió a un grupo de supervivientes a la bomba atómica de Nagasaki, con los que pudo desahogarse y contar su drama. Se sintió aceptado por fin.
En 1991, otro acontecimiento trastocó su vida. Un fuerte dolor de pecho lo derribó, y sintiendo que quizá le quedaba poco tiempo de vida, decidió contar su historia.
Hoy comparte su historia 60 o 70 veces al año con estudiantes.
La catástrofe del 11 de marzo lo afectó particularmente. Como sobreviviente a una tragedia, pudo comprender el drama de los damnificados por el terremoto, el tsunami y la crisis nuclear.
Desde entonces, cada vez que escucha noticias sobre víctimas del desastre que desean suicidarse, él tiene un mensaje para ellos: “Crean en el mañana y vivan”.
«La mitad de mi cuerpo se quemó por la bomba atómica, y me dijeron que no iba a sobrevivir. Incluso intenté matarme. Y sin embargo, viví, y ahora estoy feliz de pensar que estoy ayudando a otros», afirma Komine, de 70 años.
Durante la ceremonia que se realizó en Nagasaki para recordar el 66 aniversario del ataque atómico, Komine y otros sobrevivientes a la bomba atómica entonaron la canción «Hitotsu ni Natte», dedicada a los sobrevivientes del 11 de marzo. La letra dice: “Quiero compartir estas palabras: es bueno que estemos vivos / Algún día, quiero sonreír y hablar de nuestros sueños para el futuro”.
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