Escritor peruano repasó su trayectoria en una charla que contó con la presencia de Kenzaburo Oé
El escritor peruano Mario Vargas Llosa repasó en una conferencia en Tokio la trayectoria con la que ha pasado de ser un «lector apasionado, voraz y algo precoz» a autor universal ganador del Premio Nobel de Literatura 2010.
Antes de dar inicio a una charla en el Instituto Cervantes en torno a su obra, Vargas Llosa agradeció su asistencia al escritor japonés y también Premio Nobel, Kenzaburo Oé, de quien destacó su «destreza en el arte de la literatura» y su compromiso con «los asuntos de su sociedad y su tiempo».
Vargas Llosa comenzó explicando que acabó siendo escritor porque primero fue un lector voraz, ya que desde los cinco años comenzó a leer obras de Julio Verne o Emilio Salgari, y más tarde de Alejandro Dumas.
El Nobel recordó lo mucho que le marcaron después las ideas de Albert Camus y, sobre todo, de Jean Paul Sartre, y la influencia «fundamental» que supuso leer a escritores de la generación pérdida estadounidense como Hemingway, Dos Passos y especialmente Faulkner, autor que le enseñó «la riqueza extraordinaria de la forma».
«Jamás he escrito una historia inventándola de principio a fin», explicó Vargas Llosa en referencia a su proceso creativo, en el cual se ha valido de las imágenes «fertilizantes» dejadas por ciertas experiencias, que le han llevado a fantasear y a imaginar.
En este sentido, indicó cómo su experiencia en el colegio militar al que le envío su padre con intención de quitarle «la vocación literaria» le sirvió para descubrir «el país en el que había nacido» y acabó siendo el germen de su primera novela, «La ciudad y los perros» (1962).
También detalló cómo los recuerdos de su vida en la ciudad de Piura y las impresiones de su primer viaje al Amazonas le sirvieron de inspiración para «La casa verde» (1966), o cómo un suceso leído en un diario dio forma a la historia que quería escribir sobre una cuadrilla de niños de barrio y produjo «Los cachorros» (1967).
En cuanto a «Conversación en la catedral»(1969), la novela que según el propio Vargas Llosa más le ha costado escribir, recordó que una traumática visita a una perrera en busca de su mascota le sirvió para estructurar mucho material escrito sobre los efectos de la dictadura militar que padeció Perú.
El «rechazo visceral» a las dictaduras y en general «a la autoridad que se impone con brutalidad» es algo que el escritor peruano considera que ha estado siempre en su obra, y que cree tuvo su origen en el autoritarismo de su padre, con quien descubrió «el miedo».
El Nobel mencionó también las historias que escuchó y que le llevaron a reconstruir la dictadura de Trujillo en República Dominicana en «La fiesta del chivo» (2000), novela en la que tuvo que dejar fuera muchas cosas que consideró que restaban verosimilitud por lo «absolutamente espantosas» que eran. (EFE)
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