Ser creativo es añadir diseño al mundo, investigar una bacteria y descubrir que sirve para reproducir el ADN o combinar dos cosas que hace tiempo debieron estar unidas y no se hacía porque faltaba el creactivo que las juntara
Yo también crecí creyendo en el mito de que los peruanos eran creativos, hasta que un día me fui al Cusco y me di cuenta de que negocios como las pizzerías -que ahora son comida “típica” cusqueña-, los hoteles, las tiendas de ropa, el ferrocarril, eran todas propiedad de gente a la que le sellan el pasaporte para entrar al país.
Y me pregunté ¿no se les ocurrió a los nativos que tooooda esta gente que llega al Inti Raimi o a Machu Picchu tiene que comer, comprar vestidos y dormir en buenos hoteles?
A la gente siempre le ha encantado comprender el mundo desde generalizaciones prejuiciosas del tipo los gringos son inteligentes, los japoneses trabajadores y los alemanes fríos. Es más rápido y fácil repetir una estupidez que ponerte a estudiar y a investigar para conocer la verdad.
Por ejemplo, ahora los peruanos, los colombianos y los haitianos estamos entre los más emprendedores del mundo. Eso suena bien, pero comienza a mostrar su triste cara de rasgo tercermundista cuando descubrimos que el 80 por ciento de esos emprendedores lo único que hacen es montar un negocio para vender algo que alguien les ha dado como mercancía.
De modo que esto tira al tacho esa hermosa idea que nos vendía una gaseosa respecto a que los peruanos somos supercreativos. No lo somos, acaso mercachifles, fundadores de comercios de reventa, distribuidores de lo que sea, pero creativos, creadores de nuevos productos, eso no.
Ser creativo es añadir diseño al mundo, investigar una bacteria y descubrir que sirve para reproducir el ADN o combinar dos cosas que hace tiempo debieron estar unidas y no se hacía porque faltaba el creactivo que las juntara para poder hacer, digamos, computadoras personales y hacerse rico por haberlo imaginado.
La creatividad se contagia, se desarrolla, se aprende cuando estás cerca de experiencias creativas. Hoy, el mundo paga la creatividad. Lo curioso es que ésta viene en la cápsula que tan bien protegida nos traemos sobre los hombros al nacer: cantar, leer, actuar, conversar, investigar, descubrir, jugar, hace creativa a la mente y le da uso a la memoria que debería servir, según decía ese viejo medio loco de Einstein, para algo más que recordar.
*Escritor y periodista peruano
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