Japón-Australia: una final de Asia con aroma a fútbol europeo

Zaccheroni, entrenador de Japón, ex técnico del Milán
Zaccheroni, entrenador de Japón, ex técnico del Milán

Al menos quince jugadores que se ganan el sueldo en las grandes ligas europeas saltarán el campo en la inédita final de la Copa de Asia 2011, que disputan hoy en Doha Japón y Australia con cierto aroma a fútbol del viejo continente y sin un claro favorito en las apuestas.

Los «samuráis azules», dirigidos por el técnico italiano Alberto Zaccheroni, pondrán en liza a siete futbolistas que juegan principalmente en Alemania, Italia y los Países Bajos.


Mientras que los «socceroos» -entrenados por el alemán Holger Osieck- saldrán de inicio con ocho jugadores que demuestran sus habilidades, sobre todo, en Inglaterra y Turquía.

Entre los oceánicos destacan el delantero del Everton inglés Tim Cahill y el veterano ariete Harry Kewell (Galatasaray), el único de los participantes que guarda en su cajón una medalla que le acredita como campeón de Europa.

El estilete australiano, que destila sus últimas gotas de clase en la exigente liga turca, está, quizá, ante la última oportunidad de conseguir un título continental de prestigio a nivel de selecciones.


Y eso se le nota en el campo. Muy criticado en su país, su elección fue una arriesgada apuesta personal de su entrenador, que lo defendió contra viento y marea.

La trayectoria en el campeonato le ha dado la razón: tres goles, dos de ellos sirvieron para que su equipo ganase sendos partidos y uno le diera, incluso, el pase a semifinales en la prórroga contra la todavía vigente campeona Irak.

Pero aunque arrollaron a una desinflada Uzbekistán en la puerta de entrada a la final, los australianos aún no ha destapado el frasco de las esencias que se les supone.


Su tránsito, en lo que a juego se refiere, ha sido más bien gris y ha dejado muchas dudas, pese a contar con una retaguardia sólida y un centro del campo experimentado.

Mark Schwarzer, guardameta del Fulham, el capitán, Lucas Neill, que juega en el Galatassaray, y los centrocampistas Brett Emerton (Blackburn Rovers) y Mile Jedinak (Gençlerbirligi turco) son sus otros puntales europeizados.


Todo lo contrario que Japón, que aunque comenzó con titubeos, ha afianzado su juego y su poderío avanzado por la parte más dura del cuadro a base de buen juego, entrega, y unas dosis de suerte, la fórmula mágica de los campeones.

Prueba de ello fue el partido de semifinales, en el que dieron la vuelta al marcador frente a otra de las favoritas, Corea del Sur, y fueron de capaz de mantener la cabeza fría y ganar los penaltis pese a que su rival le empató en el minuto 119 de la prórroga.

Algo desajustado atrás, Zaccheroni ha encontrado el equilibrio con una línea de creación de tres muy lúcida integrada por Keisuke Honda (CSK Moscú), Makoto Hasebe (Wolfsburgo) y Shinji Kagawa (Borussia de Dortmund), bien cubierta atrás por Yasuhito Endo, del Gamba Osaka.

Por delante, Shinji Okazaki, del Shimizu S-Pulse japonés, se ha destapado como un nueve de referencia, batallador, técnico, listo en el desmarque y mortal en el remate.

A su alrededor, Shinji Kagawa (Borussia de Dortmund) ha despertado a tiempo para mostrar su calidad como enganche y Ryoichi Maeda, del Júbilo Iwata nipón, ha mostrado una gran variedad de recursos y olfato goleador.

En la recámara queda Hajime Hosogai, joven valor del Asburgo alemán, que fue decisivo en la semifinal con Corea del Sur al hacer el segundo gol mientras que en el país del sol naciente esperan que el lateral del Cesena italiano Yuto Nagatomo repita el gran partido de las semifinales.

En este ambiente, Japón y Australia disputan en Doha una final sin precedentes, en la que no hay pronóstico claro y que abrirá las puertas de la historia a uno de los dos combinados.

Los «samuráis azules» quieren volver a imponer su pedigrí ante la «intrusa» selección oceánica y ser así el primer país en lograr cuatro títulos continentales asiáticos, mientras que los «socceroos» buscan estrenar su palmarés en su segunda participación.

Con las espadas en todo lo alto, un cierto aroma a venganza planea también en el encuentro entre las dos mejores selecciones de la región, con permiso de Corea del Sur.

En su ánimo de los «socceroos» está desquitarse de la dolorosa derrota que le endoso Japón en la edición de 2007, la primera que Australia disputaba tras haber solicitado a la FIFA un cambio de grupo en busca de mayor competitividad.


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