Jorge Barraza: ¿D’Alessandro…? ¿Por qué…?

Jorge Barraza
Jorge Barraza

Andrés D’Alessandro, correcto volante izquierdo argentino del Inter de Porto Alegre fue electo “Futbolista de América 2010” en la tradicional encuesta anual del diario El País, de Montevideo. Reunió 61 votos contra 51 de su compatriota Juan Sebastián Verón. Tercero quedó el juvenil brasileño Neymar, del Santos, y cuarto otro argentino que actúa en Brasil, Darío Conca.

No puede haber ninguna explicación convincente de por qué semejante distinción recayó en D’Alessandro, ni siquiera el escaso universo de figuras que actualmente destaca en Sudamérica. Se trata de un jugador de toque vistoso, aunque sin profundidad, sin gravitación como armador ni como definidor. No es goleador, tampoco asistidor; mucho menos gambeteador, porque carece del vigor físico necesario para respaldar la gambeta. Messi también es menudo, pero cuando arranca con pelota dominada es imparable, por habilidad y porque la combinación de energía mental y velocidad le confieren potencia. El juego de D’Alessandro se basa en pases.


No se puede definir al suyo como un año brillante. Ganó un título con el Inter, el más importante del continente, la Copa Libertadores; no obstante estuvo lejos de ser una pieza determinante en la conquista. El joven Giuliano, el cerebral volante derecho Sandro, el zaguero y capitán Bolivar, el trajinador Guiñazú, en ese orden, encabezaron la lista de méritos. D’Alessandro no marcó ninguno de los 20 goles del Inter en la Copa, tampoco le recordamos algún pase gol en esas 20 anotaciones.

Más que una crítica al ganador, estas líneas representan un asombro. D’Alessandro es un muchacho querible, pero esos son cinco centavos aparte. Una elección de tal envergadura debe estar sustentada en hechos. Y en esto no cuenta el diario, sin responsabilidad en el resultado final, sólo es receptor de los votos. La pregunta es ¿en qué se basaron los periodistas consultados para elegir al ganador?

La explicación habrá que buscarla por el lado de la imagen. D’Alessandro es un personaje mediático. También por la condición de zurdo. Existe una tendencia a valorar mucho más lo que hace un zurdo que lo que produce un derecho. Aunque generen lo mismo, se ve como más importante lo del izquierdo.


Giuliano, también del Inter, mediapunta de 20 años, fue elegido un mes atrás como el mejor jugador de la Copa Libertadores 2010 en la compulsa que realiza el Banco Santander entre miles de hinchas. Justicia total. Jugando poco, aprovechó al máximo los minutos que tuvo para anotar 6 goles, todos decisivos, algunos brillantes como el sensacional de la final ante Chivas de Guadalajara. Lo apodaron “el Talismán”, justamente porque, cuando el Inter estaba en peligro de ser derotado, entraba Giuliano y marcaba el gol salvador. Sus seis conquistas (en seis partidos distintos) sirvieron para lograr cuatro triunfos y un empate 1 a 1. Sin embargo, el más importante de todos fue en la derrota ante Estudiantes por 2 a 1. Faltaba un minuto, Inter estaba siendo eliminado y el garoto de Curitiba aprovechó al máximo un pase al claro para convertir el 1-2 que, por ser de visitante, sirvió para pasar a semifinales.

Si hubo un factor providencial para que Inter levantara otra Copa Libertadores, tiene nombre y apellido: Giuliano Víctor de Paula. Y si la Libertadores determinaba este año al Futbolista de América, entonces no era otro que Giuliano. Aparte, estamos hablando de una gran promesa de crack; hábil, inteligente, profundo.

Se trata del Futbolista de América, un premio que han recibido, entre otros, Carlos Valderrama, Marcelo Salas, Romario, Bebeto, Cafú, Riquelme, Ruben Paz… Es decir, grandes por juego y por conquistas. Esta edición 2010 nos dice que estamos flacos de figuras. Porque hasta el segundo puesto de Verón es inentendible. En este 2011 quizás el mismo Giuliano emigre a Europa y entonces tendremos todavía menos para escoger.


 
En el rubro entrenadores la flecha dio en el blanco indicado: Óscar Washington Tabárez resultó merecido vencedor sobre Marcelo Bielsa. Aunque aquí también casi se produce otro fallo importante. Tabárez superó apenas por un voto a Marcelo Bielsa, justo con el último sufragio. Nadie duda de la capacidad de Bielsa, pero el Maestro redondeó un año excepcional con el cuarto puesto de Uruguay en el Mundial. Y pudo haber llegado más alto la Celeste si el juez no la perjudicaba en la semifinal ante Holanda.

En 1987, Tabarez fue campeón de América con Peñarol, pero otra votación insólita hizo que el premio recayera en Carlos Bilardo, en un año casi inactivo. Ahora se reparó aquel error.


Le devolvió la vida Tabárez al fútbol uruguayo. Le dio una identidad, un equilibrio, sin patadas, con fútbol. Ya está entre los más grandes entrenadores sudamericanos de todos los tiempos. Esa corona sí está en la cabeza correcta.


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