El Gobierno de Filipinas rechazó hoy de forma tajante las acusaciones de las autoridades australianas que vinculan el reciente atentado masivo en Sídney con campos de entrenamiento de Estado Islámico en el archipiélago. La presidencia filipina calificó de «engañosas» las afirmaciones que sitúan al país como un foco de actividad terrorista internacional, tras el ataque que dejó 15 víctimas mortales durante una celebración judía en la emblemática playa de Bondi Beach.
La controversia surgió después de que la cadena australiana ABC informara que Sajid Akram, de 50 años, y su hijo Naveed de 24, presuntos autores de la masacre, viajaron a Filipinas para recibir instrucción de estilo militar. Mientras el padre murió en un enfrentamiento con la policía tras el ataque del pasado domingo, el hijo permanece herido bajo custodia. El ejército filipino aseguró que no existe información validada que confirme dicho entrenamiento y subrayó que la capacidad de los grupos extremistas locales ha sido diezmada en los últimos años.
UN PASADO DE VIOLENCIA BAJO CONTROL
Aunque la región de Mindanao, al sur del país, tiene un historial de insurgencia islámica que culminó en el asedio de la ciudad de Marawi en 2017, las fuerzas de seguridad insisten en que el panorama ha cambiado radicalmente. Según el coronel Xerxes Trinidad, los miembros vinculados a grupos terroristas han pasado de mil en 2016 a apenas 50 en la actualidad. Las autoridades defienden que las operaciones de estos grupos están hoy fragmentadas y operan con una capacidad logística mínima gracias a décadas de negociaciones de paz.
Sin embargo, expertos internacionales mantienen una postura de cautela ante la porosidad de las fronteras filipinas. Levi West, investigador de la Universidad Nacional Australiana, advierte que si bien la infraestructura terrorista es hoy menos sofisticada, el rastro de Estado Islámico se ha «atomizado» en facciones más pequeñas y difíciles de rastrear en las zonas selváticas remotas. Estas células podrían ofrecer un entrenamiento de guerrilla rudimentario pero suficiente para reforzar el compromiso ideológico de atacantes solitarios.
COOPERACIÓN Y VIGILANCIA GLOBAL
La ministra de Asuntos Exteriores de Filipinas, Maria Theresa Lazaro, mantuvo contacto con su homóloga australiana, Penny Wong, para reafirmar los lazos de seguridad entre ambas naciones. A pesar de los avances, informes del Departamento de Estado de EE. UU. todavía señalan a Filipinas como un destino posible para combatientes extranjeros debido a su accesibilidad como destino turístico, lo que permite a sospechosos viajar sin activar alarmas de seguridad inmediatas.
El hallazgo de banderas de Estado Islámico en el vehículo de los atacantes en Sídney ha intensificado la presión sobre Manila. Mientras la región de Mindanao se prepara para sus primeras elecciones autónomas en 2026 como símbolo de estabilidad, el mundo observa con atención si este suceso revela grietas en la lucha antiterrorista del sudeste asiático o si se trata de un caso aislado de radicalización psicológica fuera del control estatal. (RI/AG/IP/)
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