
Las tensiones militares se han disparado en el Caribe y Latinoamérica tras el anuncio del despliegue de un grupo de ataque naval estadounidense liderado por el portaaviones de propulsión nuclear de última generación USS Gerald R. Ford en la zona de responsabilidad del Comando Sur de EEUU.
La medida, presentada por Washington como parte de una operación ampliada contra el narcotráfico, ha provocado una inmediata respuesta militar de Venezuela, elevando el riesgo de confrontación.
El gobierno de Donald Trump, ha intensificado la presión sobre el gobierno de Nicolás Maduro alegando una «insuficiente» cooperación en la lucha contra el narcotráfico. El Pentágono declaró que el despliegue del grupo de ataque «refuerza las capacidades existentes para debilitar y desmantelar las organizaciones criminales transnacionales».
La Armada estadounidense no escatimó en exhibir su poder: en su comunicado, especificó que el portaaviones Gerald R. Ford está acompañado de buques equipados con cazas, helicópteros y sistemas de lanzamiento de misiles avanzados.

VENEZUELA CUMPLE «FASE SUPERIOR» DE DEFENSA
La respuesta del gobierno de Maduro fue inmediata y contundente. El Ministro del Poder Popular para la Defensa, Vladimir Padrino López, anunció el inicio de una «fase superior» de los ejercicios militares denominados Plan Independencia 200, destinados a la «optimización del Comando, Control y Comunicaciones para la Defensa Integral de la Nación».
Los ejercicios venezolanos contemplan el «despliegue masivo de medios terrestres, aéreos, navales, fluviales y misilísticos». Como parte de esta escalada, se desplegaron misiles de mediano alcance BUK-M2E en Caracas y sus alrededores. Este armamento, que forma parte de la arquitectura de defensa aérea multicapa del Comando de Defensa Aeroespacial (CODAI), está diseñado para interceptar amenazas aéreas a distancias de hasta 45 kilómetros.
EL OBJETIVO REAL: CAMBIO DE RÉGIMEN
El gobierno venezolano ha calificado la presión militar estadounidense como una «amenaza imperialista» y ha negado las acusaciones de que funcionarios de alto nivel estén coludidos con el narcotráfico, alertando sobre movimientos que buscan un ataque militar o un derrocamiento del régimen.
De hecho, la prensa estadounidense señala que el efecto militar de la presión en Venezuela para la lucha antidrogas es limitado, ya que los principales países productores son Colombia y Perú, y la droga fluye mayormente a través de México. Por ello, en Estados Unidos existe la opinión general de que el verdadero objetivo del despliegue es buscar un cambio de régimen en Caracas.
Esta sospecha se ve alimentada por las acciones agresivas de la administración Trump, que desde septiembre ha atacado y hundido varias narcolanchas en aguas internacionales frente a las costas venezolanas, resultando en la muerte de más de 70 personas. (RI/AG/IP/)
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