
La Iglesia Católica de Chofu, en Tokio, fue sede de una histórica procesión del Señor de los Milagros que coincidió, sin proponérselo, con la «levantada mundial» de las andas de la venerada imagen realizada el 4 de octubre en diversas partes del globo. El evento en Chofu no solo fue la tradicional procesión, sino que congregó a fieles y hermandades provenientes de varias zonas de Japón, incluyendo Hamamatsu, Kakegawa, Mishima, Yamato, Narita, Isesaki, Ashikaga, Fukaya, Oyama y Moka.
En declaraciones a Súper Tokio Radio, el padre Ángel Yamanouchi, párroco de la iglesia de Chofu y miembro activo de la comunidad salesiana, explicó que la coincidencia de fechas con la «levantada mundial» del Señor de los Milagros no fue planeada, sino que surgió de la intención de celebrar un Año Santo.
La celebración en Chofu se gestó el año anterior en Hamamatsu. Al finalizar esa procesión, propuso a los organizadores llevar a celebración de 2025 a Tokio. Esta llamada «tuvo eco» y se invitó a distintas comunidades a unirse a la preparación de la festividad.
Sobre la coincidencia con la «levantada mundial» del 4 de octubre —en la que participaron más de 60 hermandades y que fue mencionada en las noticias peruanas—, el Padre Yamanouchi comentó: «No es que coincidió, es decir, yo me enteré después que en Perú se había hecho la levantada (de la imagen)».

¿COINCIDENCIA O PROVIDENCIA?
Al reflexionar sobre la sincronización del evento, el párroco sugirió que pudo haber sido Providencia divina: «Se ve que el espíritu actúa, no sé si actuó antes allá o actúa acá. Bueno, fue coincidencia o es providencia? Providencia. Dios quiso hacer de esa manera».
La imagen utilizada para la procesión en Chofu fue la de Yamato, lo que revistió el evento de un simbolismo particular, dado que en 1995 fue allí donde el Padre Yamanouchi comenzó la pastoral y la primera imagen del Señor de los Milagros en ingresar a Japón.

UN DÍA DE PERDÓN Y UNIDAD ESPIRITUAL
El verdadero motor de la masiva congregación en Chofu fue el Año Santo, también denominado Año Jubilar, que también es conocido como el «año del perdón». Mientras que antiguamente implicaba beneficios materiales como la liberación de esclavos y la condonación de deudas, hoy se centra en lo espiritual: ganar la indulgencia plenaria.
Para obtener esta indulgencia durante el jubileo en Chofu, los fieles debían cumplir con la confesión, la comunión y rezar por la intención del Papa. Debido a la gran afluencia de personas, cinco sacerdotes estuvieron confesando el sábado. Entre ellos, destacó la presencia del nuncio apostólico, monseñor Francisco Escalante (Venezuela), el obispo de la Pastoral de Extranjeros, Mario Yamanouchi (Argentina), y los sacerdotes Luis Mazekina (Perú) y Rodrigo Vélez (Filipinas).
El padre Luis, quien tomó muchas confesiones durante el evento, enfatizó la alegría de la celebración. Al final de la misa, señaló: «El milagro del Señor de milagro de este año es que yo esté acá celebrando la procesión porque en Perú nunca estuvo»
La jornada fue descrita por el Padre Ángel como «una cosa muy hermosa» y literalmente «un día de jubileo». A pesar de la persistente lluvia que cayó, la gente se mantuvo firme, sin moverse, e incluso quienes cargaron el anda sintieron un alivio espiritual. A diferencia de otras procesiones, el anda no fue cargada exclusivamente por las hermandades, sino que se permitió a cualquier persona poder hacerlo, reflejando una profunda unidad.

LA HISTORIA DE SANTIDAD DE CHOFU
El Padre Yamanouchi también destacó que la Iglesia Católica de Chofu es la casa central de los salesianos en Japón y un lugar de especial veneración, pues alberga el cuerpo del padre Vicente Chimati. El Padre Chimati fue el encargado del primer grupo salesiano que llegó a Japón hace 100 años.
Tras fallecer en 1965 con fama de santidad y al iniciarse su proceso de beatificación, su cuerpo fue exhumado y se descubrió que estaba «intacto».
El padre encargado del museo estuvo allí excavando el pozo, narró que le apretó la mejilla con el dedo y volvía otra vez a su normalidad como si el Padre Chimati estuviera durmiendo.
El cuerpo se encuentra en la cripta del seminario, y «mucha gente que recibe gracias» acude al lugar. El Padre Yamanouchi compartió el testimonio reciente de una peruana que trajo a su nieto de 19 años después de haber recibido una sanación dos meses atrás: el joven, internado por una condición mental, fue a rezarle a la tumba del Padre Chimati, se le apareció alguien que le dijo: «Joven, levántate», y él se levantó. Ahora asiste a la escuela como si nada hubiera pasado.
El Padre Vicente Chimati, de nacionalidad italiana, también tiene un vínculo con Perú: su hermano, Luis Chimati, fue un hermano salesiano misionero que trabajó en Piura. El Padre Yamanouchi cerró la conversación afirmando que el día de la procesión en Chofu con la «levantada mundial» de la imagen del Señor de los Milagros fue una «feliz coincidencia» y un día de júbilo. (RI/International Press)
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