Amenaza de disolución de Ishiba intensifica la fractura dentro del PLD

Ishiba

El primer ministro Shigeru Ishiba, también presidente del Partido Liberal Democrático (PLD), ha dejado entrever la posibilidad de recurrir a la disolución anticipada de la Cámara Baja como maniobra para frenar el creciente movimiento interno que busca adelantar las elecciones para la presidencia del partido.

Sin embargo, la estrategia parece haber provocado el efecto contrario: en lugar de contener la presión, ha intensificado la oposición al mandatario, en lo que muchos en la propia formación describen como un recurso percibido más como “amenaza” que como un camino viable.


RESISTENCIA INTERNA Y DIVISIÓN EN EL PLD

Ayer, el ministro de Agricultura, Silvicultura y Pesca, Shinjiro Koizumi, señaló en conferencia de prensa que “la unidad del partido es lo más importante” y advirtió que, si bien la disolución es prerrogativa del primer ministro, recurrir a ella en este contexto es inapropiado.

Ese mismo día, un grupo de alrededor de diez jóvenes diputados de segunda legislatura también expresó su rechazo al llamado “viento de disolución” impulsado desde la oficina del primer ministro.


Desde el 2 de septiembre, cuando comenzó el proceso interno para definir si se adelantarán las elecciones de la presidencia del PLD, se multiplicaron las versiones de que Ishiba amenazaba con convocar elecciones generales en caso de confirmarse el adelanto. De hecho, el primer ministro transmitió directamente esa posibilidad a algunos parlamentarios de su partido.

CONTEXTO POLÍTICO Y OBSTÁCULOS LEGALES

La situación de Ishiba se ha visto debilitada por las renuncias sucesivas de figuras clave, como el secretario general Hiroshi Moriyama, lo que lo deja con pocas opciones para sostener su liderazgo. La convocatoria de elecciones generales sería, en teoría, una salida.


No obstante, existen obstáculos significativos. La disolución de la Cámara durante el receso parlamentario es posible pero no tiene precedentes. Además, requiere la firma de todos los ministros en el Consejo de Ministros; si alguno se niega, el primer ministro tendría que destituirlo, lo que multiplicaría la crisis política.

En 2005, el entonces primer ministro Junichiro Koizumi logró sortear esa situación en la llamada “disolución postal”, pero en aquel caso se trataba de un solo ministro en contra. Hoy se estima que varios miembros del gabinete podrían rechazar la medida, lo que haría prácticamente inviable la aprobación.


EL DEBATE SOBRE LA VIABILIDAD Y EL COSTO POLÍTICO

Los analistas subrayan que la estrategia de Ishiba carece de un argumento de peso ante la ciudadanía. “Unas elecciones generales para resolver disputas internas serían inéditas y carecen de legitimidad”, afirmó un veterano parlamentario. Otro diputado con experiencia fue más contundente: “Si hoy se disuelve, el PLD perderá el poder con certeza”.

Pese a estas advertencias, el repunte de la popularidad del gabinete en encuestas recientes alimenta las expectativas de los sectores que defienden la continuidad de Ishiba. Parlamentarios como Muneo Suzuki han sugerido que “sería correcto preguntar al pueblo en elecciones generales”. (RI/AG/IP/)


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