
La noche del 26 de julio, tres objetos voladores no identificados —aparentemente drones con luces— fueron avistados durante al menos dos horas sobre la planta nuclear de Genkai, en la prefectura de Saga, al suroeste de Japón. A pesar de la gravedad del hecho, ninguna de las cámaras de vigilancia de Kyushu Electric Power captó los movimientos de los artefactos, lo que ha encendido las alarmas sobre las falencias de seguridad frente a incursiones aéreas de este tipo.
La información fue confirmada el 28 de julio, cuando funcionarios de la compañía eléctrica se reunieron con autoridades locales para explicar los detalles. Según el Departamento de Prevención de Desastres de la ciudad de Genkai, los primeros en avistar las luces fueron cuatro guardias apostados en la puerta principal del complejo alrededor de las 21:00 horas. Minutos después, policías de la unidad especial de seguridad nuclear de la prefectura también confirmaron la presencia de los objetos voladores.
El último avistamiento ocurrió a las 22:53 cerca de un embalse ubicado al sur de la planta. Desde entonces, no se ha vuelto a detectar rastro alguno, y las autoridades aún no logran identificar la naturaleza exacta de los dispositivos.
PREOCUPACIONES SOBRE SEGURIDAD NUCLEAR
Aunque no hubo ingreso confirmado a las instalaciones, el episodio ha sido tomado con extrema seriedad. La madrugada del 27, el gobierno de la prefectura de Saga fue alertado por vía telefónica por representantes de la central, lo que motivó la movilización inmediata de seis altos funcionarios, incluido el vicegobernador. Uno de ellos admitió a la prensa que, ante un hecho “fuera de todo lo previsto”, solo les quedaba “seguir exigiendo medidas para tranquilizar a la población”.
Las plantas nucleares japonesas han sido diseñadas para resistir ataques con aeronaves, como respuesta a los atentados del 11 de septiembre en EE.UU. De hecho, desde 2013, las normativas exigen la construcción de instalaciones especiales de respuesta ante accidentes graves. Sin embargo, los drones no han sido considerados explícitamente en esas regulaciones, pese a que en los últimos años han demostrado su capacidad para vulnerar objetivos estratégicos.
UNA AMENAZA DIFÍCIL DE DETECTAR
La comunidad internacional ha comenzado a prestar más atención al uso militar de drones, pero la normativa nuclear japonesa aún no se ha actualizado para contemplar esta amenaza. Según el profesor Naoyuki Narabayashi, experto en ingeniería nuclear de la Universidad de Ciencia de Tokio, los drones pequeños pueden fácilmente evadir las cámaras y sensores actuales. Y eso fue precisamente lo que ocurrió: ninguna de las grabaciones de las cámaras de seguridad muestra evidencia del incidente.
No obstante, expertos aclaran que la seguridad en las plantas japonesas no es inferior a la de otros países. Itabashi Isao, del Centro de Investigación de Políticas Públicas, señala que las centrales como Genkai cuentan con presencia policial permanente en tierra y vigilancia costera por parte de la Guardia Marítima, además del apoyo de las Fuerzas de Autodefensa.
Estas últimas disponen de sistemas que pueden bloquear señales para neutralizar drones hostiles, pero cubrir todo el perímetro de una planta como Genkai resultaría “extraordinariamente costoso”, según el mismo especialista. Por ello, la solución a corto plazo es fortalecer la cooperación y entrenamientos conjuntos entre operadores eléctricos, la policía, la Guardia Costera y el ejército, como ya se hace actualmente. (RI/AG/IP/)
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