
Desde su formación en octubre del año pasado, el gabinete del primer ministro Shigeru Ishiba ha enfrentado una crisis de popularidad. Según la última encuesta de la agencia Jiji Press, su tasa de aprobación se mantiene en un nivel crítico, con menos del 30% de respaldo ciudadano, mientras que la desaprobación ha aumentado más de 10 puntos porcentuales. La principal crítica se centra en la percepción de que las políticas de su gobierno no cumplen con las expectativas.
Cuando el gabinete de Ishiba se estableció en octubre, su primera encuesta de opinión mostró una aprobación del 28%, la más baja registrada para un gobierno japonés en su fase inicial desde el año 2000. Esta cifra estuvo influenciada por la decisión del primer ministro de disolver la Cámara de Representantes sin haber iniciado un debate parlamentario significativo. Desde entonces, la aprobación de su gobierno se ha mantenido estancada en la franja del 20%, con una leve disminución hasta el 27,9% en marzo.
Por el contrario, la desaprobación ha crecido considerablemente, pasando del 30,1% en octubre a un alarmante 44,1% en marzo. Este incremento refleja una creciente frustración ciudadana ante la gestión gubernamental.
FACTORES DE SU BAJO APOYO
El análisis de las encuestas sugiere que las razones del bajo apoyo al gobierno de Ishiba son diversas. La opinión de que sus políticas «son ineficaces» ha ganado terreno, aumentando del 12,7% al 17,2% entre octubre y marzo. Además, la percepción de que Ishiba carece de liderazgo también ha crecido, subiendo del 12,6% al 14,5%. Por otro lado, la cantidad de personas que justificaban su apoyo al gobierno con el argumento de que «tiene una buena imagen» se redujo del 12,5% al 8,1%.
La trayectoria política de Ishiba también ha jugado un papel clave en la percepción de su liderazgo. Durante años, se ha destacado por ser una voz crítica dentro de su propio partido, el Partido Liberal Democrático (PLD). Sin embargo, al asumir el cargo de primer ministro, ha moderado su discurso y evitado abordar algunas de sus posturas más emblemáticas, como la reforma del Acuerdo de Estatus de las Fuerzas entre Japón y Estados Unidos. Además, su manejo de temas clave como la reforma del sistema de gastos médicos ha generado incertidumbre y críticas por su falta de claridad y consistencia. (RI/AG/IP/)
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