El ministro de Finanzas de Japón, Katsunobu Kato, participó en un evento en Tokio con motivo del Día Internacional de la Mujer, donde subrayó la importancia de crear una sociedad en la que hombres y mujeres puedan ganar un salario digno sin distinción de género. En su intervención, destacó la necesidad de abordar la llamada «curva en L», un fenómeno en el que muchas mujeres japonesas pasan a empleos no permanentes tras dar a luz.
«Es fundamental para la economía construir una sociedad en la que hombres y mujeres puedan ganar dinero de manera equitativa», afirmó Kato durante un panel de discusión con empresarias y líderes femeninas. En el debate, titulado «Una sociedad en la que las mujeres puedan destacar», también se abordaron los desafíos que enfrentan las mujeres en el ámbito laboral y las posibles soluciones para mejorar sus condiciones.
Uno de los puntos clave de la discusión fue la baja participación de los hombres en las tareas domésticas y el cuidado de los hijos. Al respecto, Kato señaló que «el problema radica en que las jornadas laborales son demasiado largas», por lo que enfatizó la importancia de crear un entorno laboral que permita una mejor conciliación entre la vida profesional y personal.
El ministro Kato ha sido una figura central en la reforma del estilo de trabajo en Japón, impulsando políticas en el gobierno del ex primer ministro Shinzo Abe, donde se desempeñó como ministro para la Promoción de una Sociedad de Participación Activa para Todos, abogando por medidas que faciliten la inserción laboral de mujeres y personas mayores.
¿QUÉ ES LA «CURVA DE LA L»?
La «curva en L» es un fenómeno que describe la abrupta caída en la participación y el ingreso laboral de las mujeres después de la maternidad. En muchos países, especialmente en Japón, las mujeres tienden a dejar trabajos de tiempo completo tras tener hijos y, si regresan al mercado laboral, suelen hacerlo en empleos de medio tiempo o con salarios más bajos.
El término proviene de la representación gráfica de la participación laboral femenina a lo largo de la vida: en la juventud, la tasa es alta, pero tras el parto cae drásticamente y rara vez se recupera a niveles previos, formando una «L». Esta tendencia refleja las dificultades en la conciliación entre trabajo y familia, la falta de apoyo institucional y las normas de género en el mercado laboral. (RI/AG/IP/)
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