El sistema de transporte público de Tokio es reconocido mundialmente por su puntualidad y eficiencia, convirtiéndose en un modelo de referencia para otros países. A pesar del volumen masivo de pasajeros y un horario de operación extremadamente ajustado, los trenes japoneses llegan y salen con precisión casi milimétrica. ¿Cómo es posible esta organización impecable? Un periodista del periódico alemán «Die Zeit» viajó a Tokio para descifrar los secretos de esta proeza logística y descubrió que la clave va más allá de una gestión eficiente: la puntualidad está profundamente arraigada en la cultura japonesa.
La revista Courrier contó que el periodista fue citado por el equipo de relaciones públicas de Tokio Metro en la estación de Ikebukuro a las 8:00 de la mañana, una de las horas de mayor congestión. Para evitar retrasos, llegó veinte minutos antes, solo para darse cuenta de que los empleados del metro y su traductor ya estaban allí con media hora de antelación. La puntualidad, en este caso, no era una simple cuestión de eficiencia operativa, sino una norma social.
Durante la visita, observó el impresionante flujo de pasajeros: cada día, Tokio Metro transporta alrededor de 6,8 millones de personas. Para ponerlo en perspectiva, el metro de Londres moviliza aproximadamente 3,2 millones de usuarios diarios, y el de Berlín, 1,5 millones. Sin embargo, el sistema japonés sufre muchas menos interrupciones. En Alemania, los retrasos por «fallos técnicos», «mantenimiento inesperado» o «problemas de infraestructura» son parte del paisaje cotidiano. En Tokio, la situación es radicalmente diferente.
DISCIPLINA Y ENTRENAMIENTO COMO PILARES
El periodista tuvo acceso al centro de operaciones de la línea Marunouchi, donde pudo experimentar de primera mano la meticulosidad del sistema. Observó a conductores y operarios siguiendo protocolos rigurosos, inspeccionando cada detalle con precisión. Uno de los aspectos más llamativos fue la disciplina del personal: todos los trabajadores conocían sus responsabilidades al detalle y operaban como un engranaje perfectamente sincronizado.
Además, visitó el Centro de Entrenamiento General en la zona de Shin-Kiba, donde Tokio Metro forma a sus empleados en un entorno que replica una estación real. Aquí, los operadores aprenden desde la reparación de averías hasta la gestión de crisis en caso de emergencias. También probó el simulador de conducción, donde los operarios practican el manejo de los trenes en situaciones extremas.
EL SISTEMA DE LA CONFIANZA Y EL COMPROMISO
En las entrevistas con el personal del metro, emergió una filosofía común: «Si hay un retraso, sabemos que nuestros compañeros harán todo lo posible para recuperar el tiempo perdido». La confianza en el trabajo en equipo y la responsabilidad compartida juegan un papel fundamental en el sistema.
La organización de Tokio Metro también se basa en la capacidad de respuesta rápida. En caso de averías, los vagones están diseñados para ser remolcados de inmediato, evitando bloqueos en la red. Además, los clientes cuentan con un servicio de atención eficiente, aunque las quejas son escasas. Cuando llegan, suelen estar relacionadas con la temperatura del aire acondicionado o con muestras de agradecimiento por el buen servicio.
UNA PUNTUALIDAD CENTENARIA
Mirando la historia de los ferrocarriles, podemos ver que la historia de renombre mundial de la puntualidad japonesa se estableció a principios del siglo XX y ha continuado durante aproximadamente 120 años hasta el día de hoy. Sin embargo, tuvo su evolución local a finales del siglo XIX.
Junto con las escuelas (que cerraban sus puertas 5 minutos antes de la hora establecida), el ejército y las fábricas, los ferrocarriles han tenido una gran influencia en la configuración del sentido japonés del tiempo.
Cuando un empresario promedio planifica su agenda, la unidad de medida suele ser alrededor de 30 minutos. Sin embargo, los tiempos de viaje de los trenes se miden en minutos, por lo que incluso un retraso de un minuto se considera un retraso.
Ningún otro medio de transporte, como autobuses, barcos o aviones, es tan sensible a los retrasos como los trenes. La puntualidad en las operaciones ferroviarias es en cierto sentido el estándar del tiempo en la sociedad japonesa moderna, e incluso se podría decir que históricamente ha liderado el sentido del tiempo en el público en general.
LA REFLEXIÓN DEL PERIODISTA
Es así que la experiencia en el metro de Tokio llevó al periodista alemán a una conclusión clara: la puntualidad en Japón no es solo una cuestión de eficiencia, sino una expresión de valores culturales profundamente arraigados, como el respeto por el tiempo de los demás y el sentido de responsabilidad colectiva. Mientras en otros países la impuntualidad y los retrasos son comunes, en Japón, la disciplina, la tecnología y la organización trabajan en perfecta armonía para garantizar un servicio que sigue siendo objeto de admiración en todo el mundo. (RI/AG/IP/)
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