Un complejo minero de oro y plata en la Isla Sado, prefectura de Niigata, que en julio pasado fue declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, está logrando que Japón se reconcilie con la historia de lo ocurrido allí en el pasado.
El gobierno de Corea del Sur aceptó que las Minas de Sado obtuvieran esa declaración de la UNESCO cuando Japón aceptó contar la historia real de los coreanos que fueron obligados a trabajar en esos socavones durante la Segunda Guerra Mundial.
Una galería dentro del Aikawa Folk Museum en Sado narra las duras y peligrosas condiciones a las que se enfrentaban los mineros. La exposición se inauguró a finales del mes pasado en el museo, que se encuentra junto a una carretera que conduce a un antiguo pozo de mina.
Según la exposición, durante la Segunda Guerra Mundial trabajaron en las minas de Sado unas 1.500 personas procedentes de Corea. En 1939, el complejo empezó a reclutar trabajadores de ese país, que entonces era una colonia japonesa. El gobierno japonés se involucró en el proceso en 1942 y comenzó a «reclutar» trabajadores en 1944.
A muchos de los trabajadores coreanos se les asignaron tareas especialmente agotadoras o peligrosas. Según los registros, había 123 personas coreanas que perforaban rocas dentro de las minas, en comparación con 27 de Japón.
También había más coreanos entre quienes trasladaban el mineral extraído e instalaban soportes de madera para evitar que los pozos se derrumbaran.
Los coreanos trabajaban un promedio de 28 días al mes en el complejo, según la exposición, que también menciona casos en los fueron asesinados en la mina.
El edificio del museo fue construido durante la era Meiji de Japón (1868-1912) como oficina de administración de propiedades imperiales. Funcionó como oficina del gerente de la mina después de que el complejo fuera vendido al grupo Mitsubishi, y sus tejas aún llevan tanto el sello imperial como el logotipo de Mitsubishi.
La exhibición del museo muestra una cita del primer ministro japonés Fumio Kishida después de su cumbre con el presidente surcoreano Yoon Suk Yeol en mayo de 2023, cuando dijo que le dolía el corazón por los coreanos obligados a trabajar para empresas japonesas durante la Segunda Guerra Mundial.
Situado a unos 290 kilómetros al noroeste de Tokio, frente a la costa de la prefectura de Niigata, Sado fue utilizado como lugar de exilio para prisioneros y disidentes japoneses durante siglos.
En Corea del Sur, algunos se siguen oponiendo a la inclusión de las minas de Sado en la lista de Patrimonio Mundial. Los legisladores de la oposición han criticado al gobierno surcoreano por aceptar la inclusión a pesar de que la exposición de Aikawa no hace referencia explícita al uso de la expresión «trabajo forzado». (RI/NI/IP/)