La decisión del gobierno municipal de Nagasaki de no invitar a Israel a la ceremonia de paz por el día del bombardeo atómico generó una ola de reacciones, no solo en Japón, sino también entre las principales potencias occidentales.
La negativa a invitar a Israel, en un evento destinado a honrar a las víctimas y promover la paz, fue vista por muchos como un movimiento desafortunado y politizado. Seis embajadores, incluidos EEUU y Reino Unido, no asistieron al acto en desacuerdo con la decisión de las autoridades de Nagasaki.
«Es esencial recordar que la ceremonia es un momento para honrar a las víctimas del bombardeo atómico», dijo al diario Nishi Nippon, Masakazu Masukawa, un sobreviviente de la bomba atómica de 83 años, durante una conferencia en la ciudad.
La ceremonia, que se celebra frente a la estatua de la paz en el Parque de la Paz de Nagasaki, es un evento solemne al que asisten personas de todo el mundo para rendir homenaje a los caídos, recordó.
Masukawa expresó su comprensión hacia la difícil decisión tomada por el alcalde de Nagasaki, Shiro Suzuki, quien consideró que la invitación a Israel podría provocar incidentes imprevistos en el evento.
No obstante, esta comprensión no impidió que surgieran sentimientos de decepción y confusión entre los hibakusha (sobrevivientes de la bomba atómica) y sus descendientes.
APOYO AL ALCALDE DE NAGASAKI
Por otro lado, Hisami Tanaka, presidente del Consejo Nacional de Organizaciones de Víctimas de la Bomba Atómica, que asistió a la ceremonia en Hiroshima el 6 de agosto antes de viajar a Nagasaki, expresó su apoyo a la decisión de no invitar a países involucrados en invasiones «inhumanas».
Aunque Tanaka respetó la decisión de los gobiernos locales, también destacó la necesidad de que el gobierno japonés intervenga en situaciones que puedan desencadenar problemas diplomáticos.
En su discurso ante una audiencia de aproximadamente 700 personas, Shigemitsu Tanaka, presidente de la Asociación de Víctimas de la Bomba Atómica de Nagasaki, recordó las horribles escenas que vivió hace 79 años, comparando la devastación en Ucrania y Gaza con la de Nagasaki e Hiroshima. Tanaka lamentó que la ceremonia, destinada a promover la paz, haya sido politizada, empañando su significado original.
NO DEBIÓ EXCLUIRSE A NADIE
Seyichiro Misese, quien leyó el juramento de paz en la ceremonia de Nagasaki en representación de los hibakusha, compartió su descontento con la decisión de excluir a un país específico. Misese argumentó que se debería haber considerado con más detenimiento la situación internacional y las posibles reacciones de otros países.
Nobuto Hirano, hijo de un sobreviviente de la bomba atómica, también expresó su tristeza al ver cómo la política internacional interfiere con una ceremonia tan significativa. Hirano hizo un llamado al alcalde Suzuki para que se esfuerce en explicar y justificar la decisión tomada, buscando la unidad global en la lucha por la paz.
LA DOBLE MORAL DEL G7
Desde la perspectiva de Seiko Mimaki, profesora asociada de política exterior estadounidense en la Universidad de Doshisha, la ausencia del embajador de Estados Unidos en la ceremonia es particularmente preocupante.
Estados Unidos, siendo el país que lanzó las bombas atómicas, debería estar presente en este tipo de eventos, especialmente después de que el expresidente Barack Obama promoviera la idea de un mundo sin armas nucleares. La decisión de no asistir sugiere un cambio preocupante en la postura de las potencias del G7, quienes ahora parecen politizar la decisión de Nagasaki de no invitar a Israel.
Mimaki también criticó la doble moral de los países del G7 al condenar a Rusia mientras hacen la vista gorda con las acciones de Israel, que han resultado en la muerte de casi 40.000 personas en Gaza. Para Mimaki, esta inconsistencia muestra un claro doble estándar en la política internacional actual. (RI/AG/IP/)